La actividad productiva generó una incorporación masiva de la mujer a la sociedad, esto, a su vez impulsó un mundo con nuevos valores. Quienes añoran la tradición recordarán que antes el honor era un valor fundamental en la sociedad. Existía una sana distancia entre padres e hijos. La fuerza física reemplazaba a los sicarios en asuntos de honor. El lenguaje era más sobrio y la moda se ajustaba a cánones más apegados a la moral conservadora. Si alguien actúa de esa forma en estos días, sería marginado automáticamente por sus amigos, y tachado de fanático.
La feminización de la sociedad acabó con el machismo, las mujeres fueron conquistando la cultura con su amor y compasión, nos enseñaron a ser amables y compasivos. Gracias a ellas, hay una nueva forma de ver la vida, donde el respeto, la solidaridad y la protección se han convertido en valores esenciales para la cultura osmoderna.
Esta sociedad, con nuevos valores, que ayudó a construir la mujer, ha entrado en conflicto con la llegada de feministas que reclaman igualdad entre hombres y mujeres. Reclamo de lo más legítimo. Lo reprochable es que para incorporar la igualdad de sexo en la sociedad presentan un argumento víctima / opresor, donde el hombre es el enemigo y la mujer la vulnerable. El terreno logrado por la mujer, ha sido ensuciado por las feministas.
El día de la mujer
Durante el día de la mujer, la mayoría de los editoriales fueron negativos, hablaban de lucha, discriminación, violencia, machismo. Se culpaba a Dios por haber creado a la mujer de la costilla del hombre; al hombre por haberla dominado culturalmente; al Papa por una bula que resultó ser mentira; a la familia por enseñarles el espíritu de servicio; a la biología por darles el instinto de la maternidad; al estado por no acelerar la ideología de género; y hasta el mismísimo San Pablo tuvo su cuota de descontextualización por “mandar a la mujer a callar en la congregación”.
La feminización de la sociedad acabó con el machismo, las mujeres fueron conquistando la cultura con su amor y ompasión, nos enseñaron a ser amables y compasivos. Gracias a ellas hay una nueva forma de ver la vida.
Se cita la historia para darle un aura de trascendencia a los reclamos de las feministas: que no votaban, que no ejercían profesiones, que en algunos países ni siquiera eran consideradas personas.
Realmente hemos caído en el masoquismo social, un victimismo donde ya no se sabe cuál es el que discrimina y cual el discriminador, en donde, la sociedad ya asume a la mujer como víctima. Este sentimiento negativo que pretenden insertar las feministas, hace ver a la mujer como el sexo discriminado.
En ese chillar incesante de reivindicaciones culturales, totalmente legítimas, se abandona a la mujer como madre, procreadora, soporte y sustento, formadora, luchadora, líder de la unión familiar. Se desconocen sus méritos para enfocarse en lo que le falta para ser “completa”.
Las feministas se suponen perseguidas, y terminan victimizadas. Intentan erguirse como el sexo complementario, pero terminan cayendo en la trampa del sexo débil para solicitar solidaridad del público. La sociedad es solidaria con el más débil, y las feministas en su afán de victimizar al sexo femenino, hacen ver a la mujer como extremadamente vulnerable.
Lamentablemente, los prejuicios que antes afectaban a la sociedad machista siguen anidando en lo profundo de la sicología feminista.
Estos grupos minoritarios ven en la función procreadora de la mujer, el símbolo del orden social tradicional, una mujer que cría y forma a sus hijos es signo del atraso de la sociedad, prefieren verla libre, individual, independiente. En nombre de sus mitos quieren destruir la sociedad.
Por Ing.Andrés Elías Portavoz del Observatorio Electoral Católico |