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Luego de estar muchos años buscando a Dios en la iglesia evangélica, Él salió a mi encuentro y encendió mi corazón al descubrirlo en la Eucaristía.

Mis padres nos bautizaron en la Iglesia católica –a mí y a mis hermanos– en nuestro país natal Colombia. Nunca fuimos católicos practicantes, cuando tenía 10 años aproximadamente, mi mamá empezó a asistir a una denominación evangélica. Este cambio se hizo más fuerte cuando llegamos a Ecuador hace 24 años. Me lo tomé como algo en serio. Empecé a ir al grupo de jóvenes, asistía todos los domingos a los cultos evangélicos y en muchos momentos llegué a sentir cierta cercanía a Dios.

Sin embargo, siempre sentía que me faltaba algo, como que algo no estaba completo. Dejé de ir a la iglesia evangélica porque habían muchas incoherencias en las prédicas, pero sin perder las creencias básicas que estaban muy marcadas en mí. Nunca dejé de lado a Dios en mi vida. Aunque tenía una fuerte mentalidad protestante, nunca fui anticatólico, siempre vi la Iglesia Católica con respeto.

Incluso cuando decidí casarme con Viviana, mi esposa, lo hice por la Iglesia católica y no tuve ningún problema. Solo seguí el proceso que piden en la Arquidiócesis, ya que en la Iglesia Católica para casarte no eres obligado a convertirte. Si decides hacerte católico es porque definitivamente encontraste la verdad por gracia del Señor, no porque has sido obligado.

En busca de Jesús

Empezamos nuestra vida de pareja y fue intermitente el tema. Viviana me acompañaba a la iglesia evangélica y otras veces iba junto a ella a la católica, porque de todas formas yo tenía la necesidad de buscar a Dios. Pero hace cuatro años en esa intermitencia de la fe, hubo un resurgir espiritual.

Mi punto de quiebre total fue entender la Eucaristía.

Mi esposa Viviana hizo un viaje a Roma, estando allá conoció los episodios buenos y malos de la historia de la Iglesia, todo esto le dio la plena seguridad que estaba en la Iglesia de Cristo.  Al regreso a Guayaquil, mi esposa tuvo una experiencia con Dios que no puede ser descrita con palabras. El Señor encendió en ella un fuego por servirle y cuando yo regresé de viaje unas semanas después, la encuentro enamorada totalmente de Dios. Ese fue el primer “bichito” de mi conversión, porque yo estaba en una búsqueda constante y como la veía encendida, empecé a sentir el mismo deseo de seguir a Jesús de verdad. Seguirlo a Él significaba saber dónde está en plenitud, dónde estaba la revelación que Él nos había dejado hace más de 2000 años. Nunca me imaginé que al profundizar en la Palabra de Dios y en las enseñanzas de los primeros cristianos me llevaría a la Iglesia Católica.

Me puse a investigar a profundidad y encontré cosas que decía la Biblia ¡que nunca antes me habían predicado y que nunca las había leído! y yo en ese momento si era un “conocedor” de la Biblia. Muchos pasajes del Nuevo Testamento nunca me los habían predicado, ¡en mi vida los había escuchado! Y yo decía: ¡no puede ser que en la iglesia evangélica nunca se hable de estos temas tan importantes para nuestra salvación!

Luego de estar muchos años buscándolo fue como si Él hubiera salido a mi encuentro a encenderme el corazón. Mi punto de quiebre total fue entender la Eucaristía. Fue ahí cuando decidí convertirme en católico, porque una vez que descubrí que Jesús está verdaderamente en la Eucaristía, entendí la profundidad de lo que pasó en la Última Cena, lo que sucede en la Misa y por qué la Misa cobra vida.

Las iglesias protestantes no tienen este tesoro. Los mismos judíos en Israel lo reconocen, solo la Iglesia Católica tiene lo que desde el primer siglo fue el centro del Cristianismo: la Sagrada Eucaristía. Los católicos tenemos a Cristo no solo espiritual sino físicamente. Es una pena que ciertos católicos por influencia protestante, hayan licuado su Fe y ya no crean en la real presencia de Jesús en la Eucaristía.

Mi misión en la Iglesia

Una vez convencido de que estaba en el lugar correcto y que había encontrado plenamente a Dios, nos salió un viaje a Tierra Santa con mi esposa. Supimos de esta peregrinación unos pocos días antes que empezara, Dios arregló todo aun cuando se veía imposible. Él sabía que esto iba a marcar un antes y un después en nuestras vidas.

El tiempo que estuve allá, en mi oración diaria le decía a Dios: “Señor que yo no me vaya de tu tierra sin saber qué quieres de mí”, porque siempre supe que quería algo más conmigo.

Recorrer los pasos de Jesús, meditar el Evangelio y ver dónde pasaron las cosas tiene otra dimensión espiritual. Aunque cada día de la peregrinación era más impactante que el día anterior, yo seguía sin respuesta. Pero en el último día, cuando entramos a Misa, Dios me muestra qué es lo que quiere que haga para Él, y me dice textualmente: “estoy cansado de que llamen a lo santo, profano, y a lo que es profano, santo”.

En ese momento supe que tenía que dedicarme a la defensa de la fe, porque hay tantas cosas por las que se critica a la Iglesia, solo por falta de conocimiento o por falsas leyendas que hemos creído. Tenía que ayudar a que la gente descubra la Iglesia que ha custodiado la Verdad porque Dios me lo mostró así: que el católico entienda la riqueza de su fe para que pueda plenamente acercarse a Él.

Cuando lees a los primeros cristianos –que tenían pensamientos católicos– y comparas sus escritos con lo que enseña la Iglesia católica al día de hoy, tú dices: ¡es lo mismo! Es allí donde encuentras las razones lógicas y evidentes para tener la certeza que esta es la Iglesia fundada por Jesús.

Así fue como en aquella Misa Dios me reveló el propósito de mi vida en su Iglesia y nace un apostolado al que me dedico actualmente: Cápsulas de Verdad.

Comunicar la Verdad de la Iglesia

Cuando llegué de Tierra Santa escuché en el carro una charla de Frank Morena, fue una inspiración divina clarísima. Hoy hay muchas personas que están sedientas y que no ven charlas en YouTube largas, porque vivimos en el mundo de la inmediatez, de la comida de microonda. Entonces pensé: hay que hacer un material muy corto y preciso que llegue como una pastilla, una cápsula; así fue como surgió el nombre

Lo que este proyecto busca es reavivar y afirmar la fe de los católicos. ¿Cómo? llevando la verdad. El nombre puede resultar presuntuoso, pero eso es lo interesante porque no es lo que yo opino o yo creo, lo que ponemos ahí es la Doctrina de la Iglesia Católica, la que está conservada desde que vino Jesús.

Facebook: Capsulas de Verdad

Instagram: @capsulasdeverdad

 

Por: Jaime González

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