Autoestima baja, complejo de inferioridad, agresividad encubierta…los susceptibles creen que las personas confabulan frecuentemente en su contra.
Yolanda termina el último año de secundaria y como sus padres tienen dinero, la invitan a un viaje por varios países. Es la única del curso que puede hacer algo semejante. Una amiga le pregunta si va a ir a la fiesta que van a organizar esa noche.
– ¿ Qué fiesta?, interroga Yolanda
– La de tu curso, ¿no te han avisado?
– ¡No!
– Perdona, creo que he metido la pata
– No te preocupes. En mi curso nunca me han querido, son envidiosas.
A las ocho de la noche aparecen dos compañeras para invitarla a un lugar, pero es sorpresa. No le pueden decir dónde ni cómo. Ella tiene que ir. Yolanda les dice:
– Sé que han organizado una fiesta entre ustedes, así que no cuenten conmigo. Ya sé que me tienen envidia. Y da un portazo.
La madre de Yolanda escucha el portazo y pregunta a su hija:
–¿Te han venido a recoger tus amigas? Ayer me dijeron que te tenían preparada una fiesta sorpresa. Yo no debía decirte nada. Tu hermana ya se fue.
Como en el ejemplo, la persona susceptible distorsiona la realidad con sus prejuicios pierde entonces el manejo de la situación. Es altamente insegura, pondera en exceso el bienestar económico y el prestigio, porque la seguridad material se asocia a la seguridad personal. Cuando no son tomadas en cuenta, lo ven como una amenaza a su seguridad. El Doctor Ricardo Castañón afirma que “la intensidad de la respuesta susceptible, es proporcional al grado de inseguridad y subestima”.
Emmanuel Kant decía: “La impaciencia es la debilidad del fuerte y la paciencia la fortaleza del débil”.
El doctor Castañón dice: “El susceptible sufre de autoestima baja, complejo de inferioridad, agresividad encubierta cree que las personas confabulan frecuentemente en su contra. Imagina cómo responder a quienes le hagan bromas. Un perfil de este tipo hace que sus esquemas mentales interpreten los nuevos datos de forma distorsionada”.
Las personas susceptibles no se pueden formar porque todo el tiempo piensan en sí mismas. Si una persona es susceptible y no lo reconoce, le va a echar la culpa de todo a los demás.
Los eternos resentidos
Quienes presentan este cuadro son sensibles a toda provocación, no les gustan las bromas sobre ellas. Tampoco han aprendido a reírse de sí mismos. Todo es muy serio y rígido. Tienden a ser rencorosos y no olvidan fácilmente. Son revanchistas y estos sentimientos los lleva a ser resentidos.
Ante una corrección muchas veces se pueden sentir descalificados, devaluados o menospreciados. Y estos sentimientos son los que deben trabajar, meditando el por qué de sus malas relaciones humanas. A veces no se aceptan las propias circunstancias o limitaciones. Les falta aceptarlas con amor.
No se trata de buscar un culpable sino de encontrar una solución que comienza cuando se reconoce una frustración, y se comienza a considerar la posibilidad de perdonar. Mientras se viva ligado al supuesto agresor, estará atrapado en el pasado. Perdonar es la manifestación más alta del amor y, en consecuencia, es lo que más transforma el corazón humano.
San Juan Crisóstomo llega a decir que “nada nos asemeja tanto a Dios como estar dispuestos al perdón” (In Mat homiliae 19,7). La vida es breve. Dios nos ama y quiere que estemos felices y
optimistas en medio de las dificultades.
Por: Martha Morales