¿Se ha convertido el autorretrato en algo que vulnera a nuestros jóvenes?
Existen algunas definiciones del término anglosajón “selfie” pero anotaré la de Canga Sosa que dice que el “selfie sería una fotografía concebida principalmente para ser difundida a través de las redes, ya sea con un móvil, un Ipad o cualquier otro dispositivo” (Canga Sosa, 2015:384).
Del Narciso a la selfie
Si analizamos la práctica del autorretrato lo podemos ver desde la mitología representada por Narciso “el bello” quien veneraba su propia imagen. También por el arte pictórico del siglo XVII, donde Rembrandt (con casi 90 autorretratos) fue uno de los primeros pintores en desplegar la mayor parte de una obra en este sentido; seguido de Van Gogh con 37 autorretratos donde expresaba sus temores y sensaciones perturbadoras. Pero ¿qué implica el autorretrato el día de hoy?
Con lo que nos ofrece la tecnología en el ámbito de la fotografía hoy en día se quedaron atrás esas escenas familiares de cumpleaños, de vacaciones o de ocasiones especiales. Esas imágenes en álbumes que eran compartidas a un selecto grupo de personas. Ahora, por el contrario, exponemos toda nuestra vida a través de las redes sociales, donde no existe la privacidad sino un ilimitado número de personas que a veces ni conocemos.
El autoestima más allá de la imagen
Vernos bellos y controlar la imagen que ven los otros de nosotros se torna entonces un juego por subir el autoestima. Desde los primeros años de infancia los padres, cuidadores y docentes son la fuente primordial en el desarrollo de la construcción de la percepción y las expectativas que los chicos tienen acerca de si mismos. Por lo que una autoestima positiva constituye la base para un sólido desarrollo emocional y una buena salud mental.
¿Qué pasa cuando estas prácticas del autorretrato y de la cultura de la belleza hacen presa a una población vulnerable como son los adolescentes? La respuesta es poco alentadora ya que principalmente puede afectar su salud mental, alterando el comportamiento.
Entre los problemas que pueden evidenciarse están: la falta de confianza en uno mismo, insatisfacción personal, baja autoestima, dependencia, depresiones, paranoias, obsesiones, ansiedad, desordenes obsesivo-compulsivos o alimentarios, entre otros.
Me defino por los likes que recibo
Mientras los jóvenes centran su preocupación en la opinión que los demás tienen sobre ellos y en los “likes” que obtienen al publicar una foto en las redes sociales, surge la necesidad de subir fotos compulsivamente para conseguir la aprobación de los demás. Al hacerlo se logra una recompensa inmediata que reforzará de manera negativa esta conducta, generando así una dependencia ligada a la aprobación de sus seguidores.
Otro riesgo que se evidencia es el contexto en el que se toman las fotografías. Escenas tan refrescantes como paisajes, lugares turísticos, compartiendo con amigos de alguna manera promueven imágenes positivas. Pero también hay “selfies” en sitios turísticos que son escenarios de muerte, crueldad o violación a derechos humanos. Aquí se vanaglorian a través de su imagen de ser parte de estos acontecimientos dejando entrever rasgos de personalidad que pueden encerrar una patología psiquiátrica sin atender. Sobre esto último, el artista israelí Shahak Shapira, a modo de protesta (y reprimenda) realizó Yolocaust. El fotomontaje recoge y cuestiona la frivolidad con la que los turistas se retratan ante monumento del Holocausto de Berlín.
La recomendación principal es concientizar sobre la publicación de fotografías. Esta no es la principal ni la mejor manera de expresar nuestros afectos, poniendo en riesgo nuestra privacidad. Está bien retratar situaciones o momentos pero siempre y cuando exista algún tipo de moderación. En caso de que esto se convierta en un acto compulsivo se sugiere buscar ayuda con un especialista él sabrá valorar dicho comportamiento y dará alternativas de solución.
Por: Dra. Paola Escobar Massuh
Médico Psiquiatra
Jefe de Investigación Instituto de Neurociencias