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El envejecimiento puede disminuir algunos de los sentidos, pero normalmente la audición y la visión son los más afectados. Los dispositivos como los anteojos, audífonos o los cambios en el estilo de vida podrían ayudar a mejorar la capacidad de oír y ver.

Audición

Los oídos tienen dos funciones: oír y mantener el equilibrio. Durante el envejecimiento las estructuras dentro del oído cambian y sus funciones disminuyen, por lo que se pueden presentar problemas para mantener el equilibrio. Esto se evidencia al momento de que un adulto mayor se sienta, se para o camina inestablemente. La pérdida de audición relacionada con la edad se denomina Presbiacusia, esta condición afecta a ambos oídos. Además, el tapón de cerumen también puede causar dificultad para oír, situación que es común con el transcurso de los años.

Visión

Todas las estructuras del ojo cambian con la edad. La córnea se vuelve menos sensible, de modo que se notan lesiones en el ojo. Hacia los 60 años de edad, las pupilas podrían disminuir a aproximadamente un tercio del tamaño y reaccionar más lentamente a estímulos como oscuridad o la luz brillante. Adicionalmente, el cristalino se vuelve amarillento, menos flexible y ligeramente opaco.

El problema más recurrente en esta etapa de vida es la dificultad para enfocar los ojos en objetos cercanos; esta afección se denomina Presbiopía. Además la reducción de la visión periférica (visión lateral) es más común en los adultos mayores. Estas afecciones suelen limitar sus actividades y su capacidad de interactuar con otros. Puede ser difícil mirar hacia arriba, haciendo que el área en la cual se pueden ver los objetos (campo visual) se haga más pequeña.

Los ojos al envejecer no producen suficientes lágrimas, llevando a que estos se resequen. Cuando la resequedad en los ojos no se trata, se puede presentar una infección, inflamación o cicatrización de la córnea.

Gusto y olfato

Los sentidos del gusto y el olfato trabajan juntos. La mayor parte de los sabores están asociados con olores, lo que permite detectar peligros como: comida descompuesta, gases o humo.

Con la edad el número de papilas gustativas se deteriora, por lo que las sensaciones gustativas a menudo disminuyen. Además, la boca produce menos saliva a medida que se envejece, lo que puede causar resequedad en la boca afectando también al sentido del gusto.

Por otro lado, el sentido del olfato puede disminuir, especialmente después de los 70 años. Esto se relaciona con la pérdida de terminaciones nerviosas y una menor producción de moco en la nariz. Este ayuda a que los olores permanezcan en la nariz el tiempo suficiente para que sean detectados por las terminaciones nerviosas.

Tacto

El sentido del tacto lo pone al tanto de vibraciones, dolor, temperatura, presión y posición del cuerpo. Con la edad, las sensaciones pueden verse reducidas o modificadas. Estos cambios pueden suceder debido a una disminución del flujo sanguíneo a las terminaciones nerviosas.

Con la disminución de la sensibilidad a la temperatura, puede ser difícil establecer la diferencia entre fresco y frío o caliente y tibio. Esto puede incrementar el riesgo de lesiones a raíz de congelación, hipotermia o quemaduras.

La reducción de la capacidad para detectar la vibración, el tacto y la presión aumenta el riesgo de lesiones, incluso las úlceras de decúbito (llagas en la piel que aparecen cuando la presión corta el flujo sanguíneo a la zona).

Las personas mayores pueden volverse más sensibles al tacto suave debido a que su piel es más delgada.

Es importante que cualquiera de estas señales visite al médico para identificar posibles problemas en los sentidos. Una alimentación balanceada, estar acompañado de alguien y una preocupación por la higiene podrán ayudar a controlarlo. Además de mantenerse activo y beber mucha agua.

 

Por: Dr. Jaime García

Medicina Interna del Hogar del Corazón de Jesús de la JBG

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