Visitamos en Machala a Harry y Oliva Fadul de Álvarez, los creadores del Nacimiento más grande del mundo, quienes con su devoción y amor reciben a más de 15.000 creyentes cada año.
La idea de construir un nacimiento surgió hace aproximadamente 20 años. Yo sufría de una condición y le pedía a Dios y a los santos para que me curen. En un viaje a Guayaquil tuve la oportunidad de conocer a unas Madres Carmelitas, que tenían un Niño Jesús, al que me dijeron que le pida con toda mi fe que me sane. Lo cogí entre mis brazos y le dije ‘si tú me curas, yo voy a ser devota tuya todos los días hasta que me muera’. El milagro se cumplió y mi promesa también. Junto con mi esposo construimos un santuario cerca de nuestra casa, luego compramos un terreno de 350 m2 para realizar en él un Nacimiento.
La construcción de este inició de una forma sencilla y con los recursos que teníamos disponibles. Utilizamos cañas para hacer el techo y lo cubríamos con plástico para que no se estropee con las lluvias. Recuerdo que al inicio venían cinco o diez personas a ver el Nacimiento, todos pensaban que era una locura hacer algo tan grande. Hasta que un medio de comunicación nos visitó y tomó varias fotos. En una de ellas se apreciaba una roca en la cual se reflejaba la imagen de la Virgen María, San José y el Niño Jesús. Todos quedamos impactados y pensamos ‘es un milagro’.
Esfuerzos que son alegría
Mientras transcurrían los años trataba de mejorar el Nacimiento, aunque el invierno no siempre ayudaba. En uno de ellos la inundación se llevó todo lo que teníamos en el pesebre, porque las figuras eran muy pequeñas. Por esto le dije a mi esposo que hagamos una alcancía para ahorrar e ir comprando figuras más grandes. Gracias a Dios me fue bien con la alcancía y pude construir las estaciones con imágenes de más de un metro de altura.
Actualmente, el Nacimiento cuenta con siete estaciones. La primera es la anunciación del Ángel Gabriel a María. Luego cuando María visita a su prima Isabel, seguido de José pidiendo posada para la llegada de su hijo. En el centro tenemos la estación principal que es el pesebre. Adicionalmente, están las destinadas a los Reyes Magos y animalitos reales. También construimos una carpintería donde José le enseña el oficio a Jesús, mientras María está tejiendo. Y tenemos una panadería que es simbólica para nosotros porque significa el pan de Dios.
Con mis hijos y esposo iniciamos la adecuación del Nacimiento desde septiembre. Lo primero son las plantas que nos llevan más de dos meses, luego la pintura y finalmente la iluminación que son cerca de 10.000 luces.
La mayor cena espiritual
La noche del 24 de diciembre, realizamos una procesión que sale desde la Catedral de la ciudad. Luego asistimos a la Misa de Gallo y pasada la media noche ofrecemos chocolate caliente y pan de pascua a alrededor de 5000 personas que visitan el nacimiento en Noche Buena. En casa mis hijos ya saben que nuestra Navidad es celebrar la llegada de Jesús compartiendo con el prójimo que más lo necesita. Nosotros no cenamos, ni nos damos regalos, creo que tenemos otras fechas en el año para premiarnos.
Harry: El Nacimiento del Divino Niño Jesús, constituye para nosotros un homenaje al gran ser que vino a salvarnos. Esta devoción que es propia de Oliva y que nos ha transmitido a toda la familia, a nuestros allegados y a la comunidad de Machala, compagina con nuestros valores y formación. Por ello cada diciembre abrimos el Nacimiento más grande del mundo para todos quienes quieran expresar su amor hacia Jesús y que este sea el momento ideal para dar paso a la reconciliación.
Por: Ma. Alejandra Granja Jijón
Lcda. en Periodismo Internacional
Máster en Dirección de Comunicación Corporativa