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En su encuentro con la población, en Puerto Maldonado, Perú, el Papa Francisco dijo a las comunidades de todos los rincones de la Amazonía que no están en una tierra “huérfana” sino de la Madre de Dios.

Al inicio del encuentro, el Papa recibió un breve saludo del Vicario Apostólico de Puerto Maldonado, quien le pidió que confirme al pueblo en la fe, para que renueven la esperanza y salgan de la pobreza.

Al inicio de su discurso, el Papa Francisco aseguró a los presentes  que Madre de Dios “no es ‘tierra de nadie’, como muchos dicen y creen” porque “tiene nombres, tiene rostros: los tiene a ustedes”. “¡Esta no es una tierra huérfana, es la tierra de la Madre! Y, si hay madre, hay hijos, hay familia, hay comunidad”, añadió.

Luego, comentó que es “doloroso” ver que algunas personas quieren convertir a la región de Madre de Dios en una “tierra anónima” e “infecunda”, como un lugar “fácil de comercializar y explotar”. En ese sentido, recordó la cultura del descarte, una cultura sin madre que lo único que quiere es consumir. “Los bosques, ríos y quebradas son usados, utilizados hasta el último recurso y luego dejados baldíos e inservibles. Las personas son también tratadas con esta lógica: son usadas hasta el cansancio y después dejadas como ‘inservibles”, lamentó el Pontífice.

Alto a la violencia

Luego, se refirió a la trata de personas que acaece en la región amazónica y la calificó como una forma de esclavitud: “esclavitud para el trabajo, esclavitud sexual, esclavitud para el lucro”.

Madre de Dios registró 205 víctimas convirtiéndose en la primera región con mayor número de víctimas reconocidas entre mujeres, con un total de 192.

Con dolor, el Santo Padre expresó que muchas mujeres hoy son “desvaloradas, menospreciadas y expuestas a un sinfín de violencias”. Por tal motivo, dijo que “no se puede ‘naturalizar’ la violencia hacia las mujeres, sosteniendo una cultura machista que no asume el rol protagónico de la mujer dentro de nuestras comunidades”.

Más adelante, el Santo Padre pidió a las comunidades organizarse en torno a la persona de Jesús para encontrar una vida verdadera, vida auténtica, eterna; de esta forma, ser el “reflejo” de la mirada de Dios Padre. “Amen esta tierra, siéntanla suya. Huélanla, escúchenla, maravíllense de ella. Enamórense de esta tierra Madre de Dios, comprométanse y cuídenla. No la usen como un simple objeto descartable, sino como un verdadero tesoro para disfrutar, hacer crecer y transmitirlo a sus hijos”, dijo el Papa antes concluir su discurso.

 

Vía: Aciprensa

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