Este mes se han cumplido 5 años de la renuncia de Benedicto XVI, quien en una reciente carta a un diario italiano explica que está “en peregrinación” hacia la Casa del Cielo. Son valiosas las lecciones que ha dejado tras su retiro.
La histórica renuncia
Aquel 11 de febrero de 2013, el anciano Papa anunció que dejaba la función de Romano Pontífice, porque sus pocas fuerzas, dada su edad y su frágil salud, ya no le permitían cumplir con la mejor eficacia su labor al frente de la Iglesia.
El 28 de febrero de ese mismo año, inició el retiro de Benedicto XVI, primero en Castel Gandolfo y luego en un monasterio ubicado en los jardines vaticanos. Así empezó una vida totalmente dedicada a la oración y al estudio, sin tener nada de vida social ni de enseñanza académica.
La salud de Benedicto
Hace dos años, el secretario personal de Benedicto, Mons. Georg Gänswein, explicó que el papa emérito se estaba “apagando como una vela, lentamente”. Un alto funcionario del Vaticano describió el año pasado que el papa alemán “ya no controla sus manos, no puede tocar el piano, ve muy mal, pero tiene una lucidez perfecta, se acuerda de todo”.
Sus allegados han explicado que Benedicto celebra la misa todos los días, reza mucho, recibe algunas visitas y responde a un voluminoso correo. Además, escucha los informativos televisados vespertinos y recibe varios diarios católicos así como publicaciones de teología. (Infobae, 7 feb. 2018)
La reciente carta
Con motivo de que lectores del diario italiano, Il Corriere della Sera, preguntaban por la salud del Pontífice emérito, Benedicto XVI envió una misiva a Massimo Franco, director de ese periódico, fecha el pasado 5 de febrero.
“Me ha conmovido –escribió el Papa retirado– que tantos lectores de su periódico desean saber cómo estoy transcurriendo este último periodo de mi vida. Solo puedo decir al respecto que, en la lenta disminución de mis fuerzas físicas, interiormente estoy en peregrinación hacia Casa”. Y añadió: “Es una gran gracia para mí estar rodeado, en esta última parte de camino a veces un poco fatigoso, de un amor y una bondad tales que no habría podido imaginar”.
Son prácticamente las misma palabras que pronunció, aquella tarde del jueves 28 de febrero de 2013, al llegar a Castelgandolfo, en su último discurso, en el que afirmó que él era ya “simplemente un peregrino que empieza la última etapa de su peregrinación en esta tierra”.
Grandes lecciones tras la renuncia
Una editorial de la revista española “Ecclesia” destaca lo aleccionador de esta reciente carta. De ese artículo quisiera compartir aquí la lección de responsabilidad de Benedicto XVI, quien renunció al Pontificado no por improvisación ni empujado por las situaciones que tuvo que enfrentar por los escándalos de pederastia o por los llamados “Vatileaks”.
Su renuncia, explica esa editorial, “fue fruto de una decisión responsable, consciente, audaz y valiente, madurada largamente en la oración, el discernimiento y el sufrimiento”. Y esto nos da una enseñanza: “no actuar “en caliente”, pasar nuestra vida entera –máxime en sus dificultades y contrariedades– bajo el tamiz de la oración, la abnegación, la humildad y la conciencia recta, generosa y cristianamente iluminada”.
La vocación de ser maestro
Benedicto XVI primero la vivió la vocación de ser maestro mediante la enseñanza académica, después como obispo diocesano y luego por dos décadas como Prefecto de la Doctrina de la Fe, al lado de Juan Pablo II.
Cuando parecía que sus últimas lecciones las había impartido como Pontífice, al grado de ser llamado el “Papa teólogo”, una vez más Benedicto nos sorprende con una serie de enseñanzas. Ahora, desde la ancianidad, no da el ejemplo para sobrellevar pacientemente la vejez y de servir de la Iglesia con su oración y con la humildad de no figurar en los medios.
Por: Luis Fernando Valdés
@FeyRazon lfvaldes@gmail.com
Doctor en Teología