Con tres meses seguidos en la cartelera española, la nueva producción de Juan Manuel Cotelo ha tenido el mismo éxito que tuvo hace tres años “La Última Cima”, su primera película. Pero las cifras no le interesan mucho a este director español, “lo que nos importa”, dice, “es que las personas salen del cine entusiasmadas, renovadas, esperanzadas, invitadas a amar más”. Conversamos con él sobre este nuevo proyecto que llegará a los cines de Ecuador en mayo, mes de María.
¿Qué quieres contar en esta nueva película?
“Tierra de María” plantea al espectador un reto atractivo: descubrir la verdad sobre la presencia y acción de Dios junto a nosotros, hoy. Si resulta que Dios existe, pero no está cerca, ni nos ve, ni nos oye… Si Jesucristo existió, pero hoy no está a nuestro alcance… si la Virgen María es un personaje histórico al que admirar pero con quien no se puede tener una relación personal, entonces la religión es un tema interesante para eruditos, para historiadores, pero no para los que no lo somos. En cambio, si resulta que cualquiera, en cualquier lugar, puede hoy hablar con Jesús, con María, con Dios Padre, con el Espíritu de Dios. Si resulta que hoy somos todos amados, escuchados, perdonados, esperados, entonces es una pena pasar de largo ante su presencia, perdiéndonos voluntariamente la relación personal más grande e importante que nadie puede igualar. En “Tierra de María” el espectador recibe una invitación amable y libre a conocer la verdad sobre Dios, sin miedo y, en función del descubrimiento que cada uno haga, seguir como hasta ahora o cambiar lo que haya que cambiar.
¿A quién buscaste para la investigación y con qué novedades te has encontrado?
“¿A quién no le interesa ser
amado, perdonado, ayudado, por su madre?”
“Tierra de María” está filmada en diez países, en los que hemos entrevistado a personas incomparables: un hombre de negocios, una top model, un médico, un enfermero, prostitutas, campesinos, sacerdotes. No hemos pretendido encontrar novedades, sino replantear realidades que hemos apartado de nuestra mirada durante años, como si fueran asuntos de los que podíamos prescindir sin consecuencias. Ya sabemos cuál es el resultado de dinamitar los mandamientos y depender “libremente” de nuestras apetencias. Nadie, en su sano juicio, puede concluir que hemos salido ganando. A nuestro alrededor, el panorama es desolador. Sólo un ingenuo diría que nos va bien: rupturas familiares, depresiones, tristeza, suicidios, huida de la realidad a base de drogas, etc. Es como si nos hubiéramos tendido una trampa a nosotros mismos: queriendo progresar, hemos retrocedido. Queriendo ser más libres, nos hemos vuelto esclavos. Hemos buscado la felicidad en recetas falsas. Hemos vivido como si Dios estuviese lejos de nosotros, pero la realidad es que siempre ha estado junto a nosotros, mimándonos y sosteniendo nuestra vida, la vida de todos sin excepción. Esto no es algo nuevo, pero si cierras los ojos y no lo quieres ver, entonces puede parecerte una novedad el día en que abres los ojos y lo descubres. La buena noticia es que nunca es demasiado tarde, ni demasiado pronto, para recuperar la cordura y volver a poner a Dios, con sus leyes de amor que conocemos perfectamente, en el lugar que le corresponde.
¿María es un tema que interese hoy?
María no es un tema interesante, es una persona viva y cercana que nunca impone su amor a ninguno de sus hijos. Es una madre real, no imaginada. No es una leyenda, ni un mito, es tan real como cualquiera de nosotros. El problema está en convertirla en un tema interesante y así la intelectualizamos, la estudiamos, y la colgamos en un cuadro o en una escultura, para la admiración y el recuerdo, pero no para la relación íntima, actual, eficaz. Nadie aspira a tener una relación intelectual ni interesante con su propia madre, sino que aspiramos al beso, al abrazo, a su ternura, a su protección. ¿A quién no le interesa ser amado, perdonado, ayudado, por su madre?
Por otra parte, nosotros no hacemos un sondeo de popularidad para decidir si hacemos una película o no, no dependemos de estudios de mercado para tomar decisiones. Imagine a los Apóstoles haciendo estudios de mercado para decidir si salían o no de su escondite, o para decidir qué mensaje iban a comunicar. Si hubieran hecho ese estudio, habrían diluido la realidad de la presencia viva de Jesús resucitado, y lo habrían prostituido, convirtiéndolo en un asunto interesante del que hablar, en un personaje atractivo al que recordar, en lugar de afirmar quien es: Dios vivo, humano, resucitado, junto a cada ser humano. Es urgente dar a conocer la verdad de Dios y del ser humano, a quienes hemos sido cegados por propuestas falsas que solamente conducen al sinsentido. María está aquí, junto a nosotros, y es necesario hablar y mostrar los signos de su presencia, que cualquiera puede conocer si no cierra su mente y su corazón a ello. No sé si ha habido otro momento histórico en que sea más perceptible su presencia y acción, pero desde luego ahora está manifestándose en muchos lugares, a muchas personas, de modo insistente, para que todos volvamos nuestro corazón hacia su Hijo, Jesucristo.
¿Y qué pasa con los que no creen en María como la “Madre de Dios?
La película no está dirigida a quienes creen en María, del mismo modo que el Evangelio no está dirigido a quienes creen en Jesús. Es para todos los públicos, sin excepción, sin que esa apertura obligue a nadie, a nada, puesto que Dios jamás viola la libertad de nadie. “Tierra de María” está dedicada en su inicio, de modo explícito, a los que buscan. Si uno está abierto a conocer la verdad sobre Dios y el ser humano, encontrará en esta película una invitación a dar los primeros pasos, sin miedo. El mejor modo de salir de dudas sobre la verdad del Evangelio consiste en poner en práctica las recetas de Jesucristo y descubrir en propia carne su poder curativo. El mejor modo de conocer la verdad sobre María consiste en hablar directamente con Ella, abriéndole el corazón y mostrando las heridas que cada uno tenga. Si no nos escuchara, si todo fuera un cuento falso, no tendríamos nada que perder. Pero como sea cierto que tenemos una madre esperando nuestro permiso para atendernos, sin duda merece la pena acudir a Ella. Si somos creados, acompañados, esperados y amados… si tenemos a Dios a nuestro servicio para curar las heridas del corazón… si eso es verdad… no podemos tener miedo a descubrirlo. Hemos de dejar de hablar sobre Jesús y la Virgen María, para empezar a hablar directamente con ellos, dejando que intervengan en nuestra vida.
Y Ecuador, según lo que conoces ¿es tierra de María?
“No sé si ha habido otro
momento histórico en que sea más perceptible su presencia y acción, ahora está manifestándose
a muchas personas, de modo insistente, para que todos volvamos nuestro corazón hacia su Hijo, Jesucristo”.
Un obispo español tomó el micrófono en la sala de cine, al terminar la proyección, y dijo algo que me encantó: “La Tierra de María es el corazón de cualquiera de nosotros que la acepta como Madre”. Ecuador está habitado por corazones de ecuatorianos en los que ya vive y actúa María y otros en los que tal vez esté ausente, porque esa persona no ha recibido de nadie la invitación a aceptar el amor de Jesús y María, sin miedo. Yo deseo que esta invitación llegue a todas las personas de Ecuador y del mundo entero, de la mano de quienes sí conocemos ese amor. Por eso pido sin disimulo que quien la vea y constate su eficacia transformadora, invite a otras personas a ver la película, pensando en primer lugar en quienes ignoran ese amor maternal transformador.