Los Alvarado Fuentes, luego de un embarazo complicado y tener que enfrentarse a la “opinión” de la gente dieron la bienvenida a María Amelia, su hija número 7.
María Alexandra Fuentes y Jorge Luis Alvarado fueron muy buenos amigos durante el tiempo que compartieron en la Parroquia de la Alborada, a sus 13 y 16 años respectivamente. Alexandra estaba en el grupo de la parroquia, mientras que Jorge pertenecía a la comunidad de Jarcia y hacía discernimiento vocacional para ser sacerdote. Hoy, luego de muchas circunstancias de vida difíciles, están casados con 7 hijos y son miembros consagrados de la Comunidad Misionera Jarcia.
Una unión contra todo pronóstico
Alexandra: Fuimos 4 años enamorados y 2 novios, durante el noviazgo nos tocó vivir la enfermedad de la madre de Jorge. Como ella trabajaba en la librería de la Iglesia, para mí fue casi una segunda mamá. En esa época Jorge se amanecía haciendo tesis, la cuidaba y además trabajaba, por lo que fueron momentos muy difíciles.
Jorge: Antes de su diagnóstico de cáncer, mi mamá quería que nos casemos, pero al complicarse me dijo “ya cásate, no esperes a que yo me recupere”. Así fue como a los 6 meses de que mi mamá falleció nos casamos.
A: Aunque a todos les parecía una locura, empezó la carrera. Nos casamos el 26 de julio, fecha del cumpleaños de mi suegra y de San Joaquín y Santa Ana, los esposos santos, padres de la Virgen María.
J: A los 2 años de casados, como no llegaban los hijos, nos preocupamos, por lo que conseguimos un ginecólogo católico.
A: Empezamos a hacer los tratamientos normales, no queríamos hacer inseminación, pero al ver que no venían los hijos, el doctor nos dijo que descansemos, porque todo estaba normal según los exámenes.
Buscar la familia deseada
A: Sin esperarlo, quedé embarazada, hoy en realidad seríamos 8 pero perdimos nuestro primer bebé. Nos quedó mucho dolor luego de esta pérdida, y el doctor nos dijo nuevamente que nos tomemos un descanso por lo que fuimos de vacaciones a Olón.
J: Ahí nos dijeron que estaba la Virgen de la Rosa Mística. Yo aún estaba un poco resentido por la pérdida pero fuimos a orarle.
A: Para mí la fe y creer en los milagros siempre ha sido menos de ritos y más de pedirle a Dios. Sin embargo, el Señor debilitó mi orgullo, me acerqué a la Virgen, le recé mucho y le dije: “tú eres mamá y yo quiero serlo, hazme el milagrito”. Un mes después tuve un retraso, como la pérdida del bebé había sido hace poco llamé al doctor, quien me envió un examen de sangre y ¡dio positivo!
J: Nació María Rosa, a quien llamamos así por la Virgen y luego de una, ahora son 7: Ana Verónica, Joaquina Alejandra, Jorge Samuel, Luis Andrés, Juan David y, nuestra última sorpresa María Amelia. Desde que nos casamos sabíamos que tendríamos una familia numerosa. Esto no ha sido sencillo, se requiere magia para sobrevivir, pero rescato la alegría de la bulla y las ocurrencias de cada uno de mis hijos.
Ser una familia numerosa hoy
A: Después de Sammy, nuestro cuarto hijo, empezaron a preguntarme si me había ligado, lo que hasta hoy me parece la cosa más chocante y ofensiva.
J: Para este embarazo creo que fue más agresivo el tema, la sociedad le tiene terror a las familias grandes. No es que nosotros tengamos una situación económica fantástica, pero trabajamos más, nos esforzamos y aunque no es fácil alistarse todos para salir a tiempo, es parte del reto.
A: Ante el: “ya cerraste la fábrica”, yo respondo: “cuando una fábrica tiene buena producción ¿tú la cierras? No, verdad”. Todos mis embarazos tuvieron algún problema, aunque nos cuestionaron, más ahora con María Amelia, creo que en eso está la fe. Tengan los hijos que Dios buenamente les da y acéptenlos con mucho cariño.
J: Cuando salimos la gente es imprudente, pero me da alegría que en ocasiones que no estamos todos, y la gente empieza “a contarnos” nuestros hijos dicen orgullosos: “no estamos completos, somos 7”.
Por Carol Arosemena A.
Máster en Comunicación y Educación.