«Retos” virales que pueden atentar contra la seguridad de quien los realiza.
La proliferación de las redes sociales y su espacio en nuestra vida cotidiana ha generado un aumento en la diversidad de contenidos que compartimos o que se hacen virales. Uno de los más frecuentes hoy son los challenges o retos. Aunque estos comenzaron como algo positivo con el Ice Bucket Challenge, con el fin de crear conciencia y estimular las donaciones para la investigación de la esclerosis lateral amiotrófica, han tomado un giro peligroso.
En ellos las acciones se vuelven cada vez más riesgosas, como el Tide Pod Challenge, un reto que implica comer detergente; Fire Challenge, quienes lo hacen se aplican líquidos inflamables en el cuerpo para prenderse fuego; o el Desafío 48 horas, que como dice su nombre los jóvenes desaparecen de su hogar y gana quien tiene más comentarios o likes en redes sociales.
Si todos lo hacen…
La inmensa popularidad de los retos online, lleva a analizar con más detalle estos desafíos para comprenderlos. Si bien se centra principalmente en características de la adolescencia, también implica que gran variedad de gente se vea involucrada, donde sin necesariamente ser jóvenes participan, convirtiendo estos retos en fenómenos globales.
La razón de esta situación apela de forma directa a una motivación central de la etapa adolescente y que perdura el resto de la vida: conectarse con otros, establecer vínculos más allá de nuestra familia y ganar una identidad propia por la cual ser reconocidos. El efecto de las redes sociales en este aspecto es el poder multiplicar estas conexiones a gran escala.
Los tiempos cambian
En épocas anteriores, un adolescente ganaba notoriedad o reconocimiento de sus amigos, compañeros y pares a través de sus acciones. Sin embargo, lo que éstos dijeran terminaba en un impacto limitado. En cambio hoy, pasamos de recibir algunos cuantos comentarios personales a poder obtener cientos o miles de “me gusta” en cuestión de horas, incluyendo personas de todas partes del mundo.
Las redes sociales nos permiten compartir contenido de forma rápida y sencilla con audiencias mucho más grandes y amplias. Con sólo un click algo se difunde masivamente y genera una respuesta inmediata haciéndolo fácilmente visible para los demás.
Ahora, tener seguidores y ser parte de la vida pública ya no es algo que le pertenece solo a las celebridades sino que cualquiera puede hacerlo.
¿Qué tiene más peso?
El peligro entonces no radica en las motivaciones inadecuadas, sino en los medios utilizados para obtener una respuesta social. El reconocimiento y vinculación están más valorados que los riesgos implícitos de aquellas conductas. Las redes sociales permiten la aparición de nuevas maneras para atraer la atención. Además de participar y conectarse con el mundo al aumentar la visibilidad y difusión de las comunicaciones.
Aunque sea fácil participar, no significa que estamos preparados para manejar sus consecuencias. Es importante dirigir la atención al diálogo, uno que busca comprender antes que juzgar, criticar o desaprobar nuevas conductas. De esta forma, permitimos a los jóvenes que cuestionen cómo la tecnología afecta su forma de relacionarse, pero comprendiendo que lo nuevo son los métodos, mas no los motivos.
Por Psic. Javier Martínez R.
Psicoterapeuta de adolescentes
Centro Klubo