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¡Madre! –Llámala fuerte, fuerte– Te escucha, te ve en peligro quizá, y te brinda, tu Madre Santa María, con la gracia de su Hijo, el consuelo de su regazo, la ternura de sus caricias: y te encontrarás reconfortado para la nueva lucha (San Josemaría Escrivá).

La devoción a María es un elemento esencial de la espiritualidad conyugal y familiar. Fue el mismo Jesús quien hizo de su Madre un puente indispensable entre Él y nosotros. “Mujer, ahí tienes a tu hijo” luego dice al discípulo: “Ahí tienes a tu madre” (Juan 19, 26-27). ¡Jesús nos dejó a su Madre! ¡No desaprovechemos este inmenso regalo y acudamos a Ella siempre!

¡Ella es nuestra Madre!

Tratemos a la Virgen con más intimidad y con infinita confianza. Ella nos conoce, nos ama, sabe muy bien lo que necesitamos y quiere dárnoslo.

El Papa Francisco en su viaje apostólico a Ecuador (2015) comentó el fragmento del Evangelio de las bodas de Caná (Cfr. Jn. 2, 1-12). Aquí, él nos dijo que María es una madre atenta, solícita y cuidadosa de sus hijos e hijas. Ante la necesidad de los novios al acabarse el vino en su boda, María acude en confianza a Jesús y le dice con súplica: “No tienen vino”. Jesús adelanta su hora y ofrece el primero de sus milagros a unos recién casados.

Ante nuestras carencias de ese vino (dificultades familiares o económicas, falta de trabajo, enfermedad…), no debemos dudar en acudir a Nuestra Señora. La Virgen es la Reina del Cielo y de la tierra. Dios la ha coronado como Reina de todo lo creado y le ha dado un poder impresionante para ayudarnos siempre. Lo mismo que pasó hace muchos años atrás, en las bodas de Caná, se puede repetir hoy con cada familia humana.

Ella nos enseña que nuestras preocupaciones también son preocupaciones de Dios. El papel más importante de María es llevarnos a Jesús. Siempre nos dice: “Hagan lo que Él les diga” (Jn. 2, 5).

Vivir, en familia, la devoción a la Virgen María

Desde que en el corazón de los jóvenes empieza a encenderse un amor y predilección por el santo matrimonio, ya es una oportunidad privilegiada para encomendar a la Virgen todos los anhelos y sueños de formar una familia propia. En la vida matrimonial el amor mariano ha de hacerse aún más intenso.

  • Una muestra de gran cariño puede ser el ofrecer en el día de la boda un hermoso ramo de flores a la Virgen María, en gratitud y pidiendo todos los auxilios para la nueva vida en común que empieza.
  • El rezo del Santo Rosario.
  • Realizar peregrinaciones a santuarios marianos.
  • Consagrar a los hijos y a la familia a la Virgen.

Son varias las acciones que pueden fomentar más el conocimiento y amor a Nuestra Señora. ¡Démosle muchos piropos y digámosle con frecuencia que la queremos, que nos ayude a ser como Ella, que la necesitamos y que nos eche una mano! Siempre ten presente lo siguiente:

  • ¿Sabes corresponder al gran amor que María te tiene?
  • ¿Es la Virgen la Reina de tu familia?

Recordemos las palabras del Papa Francisco:Ten paciencia, ten esperanza. Haz como María: reza, actúa, abre tu corazón, porque el mejor vino va a venir”.

Por Katherine Zambrano Yaguana, PhD.
Universidad de Navarra.

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