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La rebeldía adolescente surge de la necesidad de buscar una identidad.

Una de las palabras que con mayor frecuencia usan los padres que vienen a consulta para describir la adolescencia de sus hijos e hijas es “rebeldía”; y es que justamente se trata de una de las principales características que definen a esta etapa evolutiva. Ahora bien, un detalle que a veces se les pasa por alto a estos padres es que es muy probable que sus propios padres también los hayan descrito a ellos como rebeldes, y así sucesivamente por generaciones.

Aunque existan diferencias en los comportamientos y costumbres de los adolescentes actuales con épocas anteriores, es importante comprender qué hay detrás de este rasgo para abordarlo de una manera más sana y no caer presas del miedo o la frustración que genera.

Un espíritu inconforme

La adolescencia se suele caracterizar como una etapa de rebeldía, puesto que es, con mucha frecuencia, cuando los jóvenes comienzan a expresar sus ideas y opiniones. Estas suelen ser contrarias a las planteadas por sus padres, manifestando desacuerdo con las reglas impuestas en el hogar y en la sociedad. Muchas veces rechazarán sugerencias e instrucciones, aunque luego las acepten de buena gana si vienen dadas por una persona diferente a sus padres. Esta rebeldía adolescente no es sino una manifestación de una característica más profunda de esta etapa: la búsqueda de identidad.

El origen de la rebeldía

Durante la infancia se construye nuestra identidad a partir de la familia, ya que es nuestra primera fuente de referencia y guía sobre cómo relacionarnos con el entorno y qué lugar ocupamos en él. Un ejemplo que permite apreciar este punto está en cómo solemos ser identificados durante la niñez: “tú eres el hijo de”, “eres la nieta de”, “el hermano(a) de”. Así terminamos siendo una referencia de alguien más, donde nos identifica nuestra familia y no nuestra propia individualidad.

Durante la adolescencia es cuando se busca establecer una identidad propia que no dependa de la familia, y la manera más directa de hacerlo es justamente tomando distancia de algunos ideales o costumbres familiares para plantear puntos de vista propios. Es pensar o actuar de cierta manera porque es lo que se cree correcto y no porque es “lo que dice la familia”. Sin embargo, cuando este pensar o actuar coincide con la enseñanza familiar, puede ser adoptado porque se está de acuerdo y no porque es una obligación impuesta.

Por esta misma razón, los pares y amigos cobran tanta importancia en esta etapa, son personas con quienes se crea un vínculo en función de los gustos u opiniones, de sentir afinidad y conexión, y para quienes no somos “el hermano de” o “la hija de”.
Al final, detrás de esa rebeldía y ese afán de llevar la contraria que podemos ver en nuestros hijos adolescentes, está una intención de ser reconocidos por sí mismos, por sus logros, fallos, decisiones y opiniones personales, de ser como quieren ser y no como les dicen que deben ser.

No nos aterremos ante esta etapa , recordemos que todos en algún momento fuimos “rebeldes” a nuestra manera. Como padres podemos estar atentos para apoyar y guiarlos para que el camino que recorran sea el correcto.

Por Psic. Javier Martínez R.
Psicoterapeuta de adolescentes
Centro Klubo.

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