Se debe poner en marcha sus cinco sentidos y buscar aquellos recursos que hacen más agradable la vida en familia.
Distinguiremos, en primer lugar, entre las personas que padecen una depresión endógena y las que sufren depresión exógena.
La primera persiste en el tiempo, es algo con lo que la persona va a cargar toda su vida y hemos de pensar que lo que haremos será mejorar su calidad de vida y las condiciones del ambiente en el que se mueve, pero no se cura.
La segunda, en cambio, viene dada por causas externas y es temporal. Una desgracia familiar, un problema muy grave puede ser la palanca que haya desencadenado la depresión. Normalmente, con más o menos tiempo, este tipo de depresión desaparece cuando ha desaparecido la causa que lo justificaba.
Ambos casos requieren medicación, pero a ella podremos añadir elementos de ayuda desde la familia y en casa.
Algunas ideas prácticas que pueden ayudar
Pon color a su vida
Desde el Renacimiento se entiende que el color tiene efectos terapéuticos. Por eso debemos tener en cuenta qué colores rodean a la persona depresiva. No nos ayudarían los negros ni los grises. En cambio, pinta una de las paredes de su habitación de un color vivo (o todas) y verás cómo se crea un ambiente jovial.
Comienza el día con noticias positivas
A las personas depresivas les suele costar levantarse temprano o a la hora prevista. Si además lo primero que escuchan una bronca o un disgusto porque no se han levantado, se derrumban más. Es mejor acercarse a ellas con una motivación alegre: “vas a ver qué sol tan espléndido hace hoy”, “han dicho en las noticias que tendremos buen tiempo este fin de semana”.
Es mejor que nos mordamos la lengua si íbamos a hablar de sucesos lamentables, desastres naturales o accidentes con muertos. No nombres nada relacionado con la causa de la depresión, si puedes evitarlo.
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A pesar de que tiende al “no”, sigue contando con ella
Al hacer planes, es fácil que una persona depresiva no se vea con ánimo de emprender nada. No quiere salir, no quiere viajar, no quiere ver a nadie, no quiere hacer planes el fin de semana. Las cosas que antes le gustaban se pueden volver un suplicio. No es momento para hacer planes de futuro. Sin embargo, es muy bueno que sienta que en la familia seguimos contando con ella.
Cualquier pequeña lucha merece un aplauso
Con el psiquiatra o el psicólogo es bueno que marque sus metas, por pequeñas que sean. Hora máxima de levantarse de la cama, hábitos de higiene, orden en su habitación, cumplimiento de sus deberes profesionales (a su nivel).
A veces uno está que no puede hacer nada y se puede poner como meta el hacerse la cama cuando se levanta. Si nos encontramos con un caso así, aplaude la cama hecha aunque no esté muy bien. Lo importante es que ha puesto lucha y da igual si la colcha queda arrugada.
Mantén el buen humor y el respeto
No pierdas la paciencia con esta persona porque la depresión es una enfermedad y nadie la querría para sí. Si ha hecho mal algunas cosas, será mejor que reserves tu crítica para otra temporada.
Las personas depresivas tienden a ver el vaso medio vacío, pero agradecen que a su alrededor haya quien tire del ambiente hacia arriba. Cuenta chistes que rompan la monotonía. Recuerda anécdotas familiares. Y, sobre todo, nunca pierdas los estribos, aunque se enfade contigo o alguien levante la voz.
Si en la familia se vive la fe cristiana, recuérdale que no está solo en la lucha. Recen juntos pequeñas oraciones vocales y comiencen o acaben pidiendo por ustedes.
Vía Ateleia