Hoy Jueves Santo demos gracias a Dios por la fidelidad al don del llamado vocacional de nuestros sacerdotes y reparemos por las ofensas cometidas a la Eucaristía.
Fue en 1522 cuando los frailes franciscanos, custodios de los lugares Santos en Jerusalén, fueron obligado a abandonar el lugar que se conoce como el Santo Cenáculo. Cuando el lugar cayó en manos musulmanas se destruyó todo el complejo de Iglesia construida por los Cruzados y después por los franciscanos. Los musulmanes convirtieron el edificio del Cenáculo en una Mezquita para enseñar a cantar El Corán y declararon ese espacio como lugar santo.
El Cenáculo
Habitación donde se celebró la Última Cena, la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, Jesús lavó los pies de sus discípulos; donde se situaron posiblemente las apariciones de Jesús Resucitado, la reunión de los discípulos después de la Ascensión de Jesús, y la elección de San Matías como apóstol.
Respetando el estatus quo de Tierra Santa, El Cenáculo, es un lugar que tratan de compartir en armonía y respeto judíos, cristianos y musulmanes. Para llegar a la habitación donde fue la Última Cena, hay que subir unas escaleras que están atravesando un patio, donde hay un centro judío para estudios de los libros sagrados de la Torá y el Talmud.
Al llegar se encuentra un enorme salón vacío donde se puede sentir una gran fuerza espiritual. Tiene columnas de mármol que sostienen la parte de la cúpula que cubren las escaleras están decoradas con capiteles donde se representan polluelos de pelícanos que picotean del pecho de sus padres, símbolo de la caridad y sacrificio cristiano. Además tienen unas escaleras situadas en la parte sureste de la habitación que conducían a la Tumba del Rey David.
La última noche
Hoy comienza el Triduo Pascual, los tres días más importantes de las Semana Santa. Jesús dio instrucciones claras a sus apóstoles sobre cómo prepararse para esta comida tan sagrada que instituye la Eucaristía. Durante la mañana, los apóstoles dedicaron el tiempo necesario para los preparativos, tal como Jesús les había indicado (cf Mt. 26,17).
En este día durante la mañana los Obispos diocesanos del mundo se reúnen con sus sacerdotes para celebrar la llamada Misa Crismal, como una manifestación de la comunión existente entre el obispo y sus presbíteros en el sacerdocio y ministerio de Cristo. Esta celebración litúrgica siempre se realiza en la Catedral de cada diócesis durante la cual se consagra el Santo Crisma y se bendice el óleo de los catecúmenos y el óleo para la unción de los enfermos, que se emplearán en la administración de los principales sacramentos. Junto a ello, los sacerdotes renuevan sus promesas realizadas el día de su ordenación.
A través del ritual de lavar los pies (Jn 13,1) a 12 personas, nos unimos en el amor sirviéndonos los unos a los otros, como Jesús lo hizo (Jn 13:14-15). Hoy es primordial recibir la sagrada comunión como si fuera la primera vez. Se mezcla el gozo por el sacramento de la Eucaristía (Mt 26,26) y la tristeza por lo que ocurrirá a partir de esa misma noche con el encarcelamiento y juicio de Jesús (cf Mt 26,47).
Jesús terminó la última cena, salió del Cenáculo y fue con sus apóstoles por el valle de Cedrón hasta llegar al huerto de los olivos donde les pido orar para no caer en tentación y experimentó su agonía (cf Mt 26,30).
Una reflexión
Muchas Iglesia hoy van permanecer abiertas hasta la medianoche con el Santísimo Sacramento expuesto para que reciba adoración de los cristianos. Nos configuramos con los apóstoles que acompañaron a Jesús en su agonía. La noche de este Jueves santo es diferente por antes éramos esclavos y ahora somos libres, Jesucristo, hijo de Dios, ofrendó su vida por nuestra libertad.
Hoy demos gracias a Dios especialmente por la fidelidad al don del llamado vocacional de nuestros sacerdotes y reparemos por las ofensas cometidas al sacramento de la Eucaristía.
Escrito por: Miguel León @mleonastudillo / mleon@metanoia-ecuador.org
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