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Las graves consecuencias del estrés laboral y el ritmo de vida acelerado es que nos podemos olvidar de los hijos.

El estrés que produce el ritmo de vida impuesto por el trabajo tiene implicaciones en diversos campos. Si pensamos en la salud descubrimos taquicardias, pérdida de sueño, angustia, descuidos, problemas de salud y depresiones, entre otras. A esto se suman los serios problemas que tocan la esfera social y familiar cuando no se logra un sano equilibrio entre la vida laboral y la vida familiar.

La noticia de un padre que olvidó a su bebé en el coche nos hace pensar a todos. Se trata de casos que se han repetido en diversos países y que han llevado a no pocas “start up” a buscar medios tecnológicos para que te suene el alarma si sucediera algo así.

Pero la pregunta es: ¿Por qué llegamos hasta estos extremos? Y sobre todo ¿Cómo podemos evitarlo?

El ritmo de vida que llevamos, las demandas laborales y una exigencia personal excesiva acaban afectando a muchos trabajadores generando graves consecuencias personales y familiares.

El ritmo de vida diaria incide en nuestros hijos y en el resto de personas que nos rodean. Un elevado nivel de estrés laboral, sumado a una inagotable lista de tareas dentro y fuera de casa acaba derivando en descuidos y accidentes que pueden ser graves e incluso mortales.

Está claro que conciliar vida familiar y vida laboral debería ser una prioridad para los Estados y las políticas locales, pero dado que a fin de cuentas el problema toca a cada uno de nosotros y las familias conviene razonar sobre algunos consejos personales para evitar este tipo de excesos.

Algunos consejos de aplicación inmediata personal

  • Acostumbrarse a distinguir entre lo necesario, lo urgente y lo menos importante. Hay eventos y compromisos a los que no podemos faltar. Hacer una lista clasificando los pendientes o compromisos y leerla con atención puede ser de gran ayuda para saber como usar el tiempo del modo mas eficaz y correcto.
  • Provocar momentos de reflexión donde nos preguntamos y analizamos sobre las prioridades del día y cómo las estamos realizando. Correr sin pensar no nos llevará nunca a un buen resultado.
  • Confrontarse con la propia pareja sobre las prioridades comunes. Una buena comunicación es siempre un sano estímulo para organizar la vida de familia del modo más eficaz
  • Saber pedir ayuda si nos percatamos de estar pasando un momento particularmente difícil por el que no logramos tener bajo control todas nuestras obligaciones.

El tiempo es un don precioso que debemos usar con responsabilidad. La inteligencia, la reflexión y el corazón son nuestros aliados para usarlo del modo más correcto en cada momento de la vida.

Vía Aleteia

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