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Si tus hijos hacen esto cada mañana tendrán más facilidad para aprender

El año pasado fue difícil para Sienna, mi hija de 13 años. Acababa de empezar su 7mo grado [el equivalente al primer curso de educación secundaria en España] en una escuela nueva. Nueva, al menos, para ella, porque es la escuela a la que yo asistí desde la guardería hasta el grado 12 y donde mi madre aún ocupa un cargo de responsabilidad estudiantil. Es un centro privado fantástico que emplea un modelo de educación clásico. También es una escuela académicamente rigurosa y reconocida en todo Estados Unidos, a años luz de lo que Sienna ha conocido en educación hasta ahora en general.

Sabíamos que sería duro. Ella estaba preparada y dispuesta a asumir el desafío y yo tenía el pecho henchido de orgullo viendo cuánto se estaba esforzando y cómo sus notas mejoraban a lo largo del año. Sin embargo, me sorprendió gratamente cuando, al hacer revisión del año, me percaté de que su mejoría académica fue más notable después de que empezaran las actividades deportivas de primavera. Cuando el equipo de atletismo empezó a entrenar durante hora y media todas las mañanas antes de la primera clase, sus notas mejoraron considerablemente.

A lo largo del verano, he estado escuchando un audiolibro del doctor John Ratey, titulado Spark: The Revolutionary New Science of Exercise and the Brain, que trata sobre la nueva y revolucionaria ciencia del ejercicio y su relación con el cerebro. De repente, todo cobró sentido: las notas de Sienna mejoraron con más rapidez gracias a que aquellas sesiones intensas y madrugadoras de cardio estaban, literalmente, activando su cerebro.

Ratey abre el libro hablando sobre un distrito escolar público en Naperville, Illinois (EE.UU.) que introdujo una clase matinal de educación física que llamaron “Hora Cero”. Este programa obligatorio utiliza pulsómetros para asegurarse de que la frecuencia cardíaca de los estudiantes sube lo suficiente (hasta un 70-75 % de su capacidad máxima) durante 30-45 minutos. El programa fue un éxito rotundo en términos de salud física: solamente el 3 % de los estudiantes de segundo año de instituto en Naperville tienen obesidad, en comparación con el más del 30 % entre sus pares del resto de Estados Unidos.

Sin embargo, Hora Cero fue también un éxito rotundo en las clases. Naperville se clasifica constantemente entre uno de los centros educativos mejor valorados del país y los estudiantes del instituto de Naperville logran de forma consistente notas altas (a menudo perfectas) en el examen de acceso a la universidad.

Quizás lo más destacable es el rendimiento de Naperville en el TIMSS, un estudio sobre tendencias de rendimiento en el estudio de matemáticas y ciencias (un examen que los estudiantes estadounidenses catean habitualmente). Los estudiantes de 8.º curso de Naperville se clasificaron primeros del mundo en la sección de ciencias y sextos mundiales en matemáticas, por delante de muchos países asiáticos como Singapur, cuyos estudiantes siempre se han considerado los mejores del mundo en matemáticas y ciencias.

De modo que, ¿qué está pasando exactamente en Naperville y en el cerebro de mi hija adolescente? Me encanta que lo preguntéis. Permitid que os lo explique. El ejercicio —enérgico e intenso para el corazón— mejora la capacidad del cerebro para aprender de tres formas distintas.

1. Impulsando la señal

Después de un ejercicio enérgico se elevan los niveles de neurotransmisores vitales como dopamina, serotonina y noradrenalina. Estos neurotransmisores se dedican, como dice su nombre, a transmitir señales por las vías neurales y, cando los niveles son bajos, las señales se mueven con lentitud. Por eso antidepresivos como el Prozac y estimulantes como el Ritalin pueden ser tan útiles, porque estos medicamentos aumentan los niveles de ciertos neurotransmisores.

En cambio, el ejercicio los favorece a todos y de una forma más constante y efectiva. Básicamente, una dosis intensa de cardio es como  tomar la combinación perfecta de Ritalin y Prozac para la química particular de tu cerebro. Calmará el cuerpo y permitirá a la mente concentrarse al reducir la impulsividad y la distracción.

2. Fortaleciendo el centro de mandos

Múltiples estudios han encontrado que cuanto mayor es la capacidad aeróbica de una persona más activa es su corteza prefrontal. La corteza o córtex prefrontal es el centro de mandos del cerebro que controla y coordina todos los demás procesos cerebrales. Los adolescentes todavía tienen una corteza cerebral considerablemente menos desarrollada (y esto explica muchas cosas), pero este descubrimiento es aplicable a todas las edades. Cuanto más en forma estés a cualquier edad, más fuerte será tu centro de mandos cerebral.

3. Fertilizando el cerebro

Este dato es de lo más curioso: el ejercicio intenso hace crecer tu cerebro, literalmente. Y rápido. Así es como funciona: durante un ejercicio intenso, los músculos envían una proteína llamada IGF-1 al torrente sanguíneo, desde donde cruza la barrera hematoencefálica y fomenta la producción de “fertilizante” cerebral, científicamente conocido como factor neurotrófico derivado del cerebro o BDNF. El BDNF fomenta el nacimiento de nuevas neuronas y sus conexiones. Hace crecer tu cerebro, lo cual facilita el aprendizaje y la retención. (Nota al margen: esto funciona para personas de todas las edades, no solo para niños y adolescentes).

Y el negocio es el siguiente: para lograr estos beneficios no puedes simplemente darle un par de golpes a una pelota o jugar al pilla-pilla. La razón por la que Naperville emplea pulsómetros es que esta cascada de beneficios solamente sucede después de 30-45 minutos de ejercicio físico intenso. No tan intenso como una sesión de CrossFit, pero sin duda más que un paseo por el centro comercial. Tienes que aumentar tu ritmo cardíaco y mantenerlo alto para cosechar los premios para el cerebro.

Así que aquí tenéis un reto: este año, acostad a los niños que tengáis en edad escolar una hora antes de lo habitual. Luego idos a dormir también vosotros, sí, una hora antes de lo acostumbrado. Despertaos todos una hora antes y salid a hacer un largo recorrido familiar corriendo o en bici. Según los gustos, quizás prefiráis correr en trayectos de esprint o levantar pesas o darle a un saco de boxeo. Sea cual sea el ejercicio que os haga latir el corazón, hacedlo. Todos los días. Y con los hijos. Luego, ya veréis lo que pasa. Os garantizo que no os arrepentiréis.

Por Calah Alexander, vía Aleteia

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