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¿Si no hay niños en la misa de hoy, entonces dónde estará la iglesia del mañana?

Cuando era chica mi mami me controlaba con una mirada… me abría los ojos y yo sabía que tenía que saludar, salir, despedirme o sencillamente no decir nada. Hoy, los tiempos han cambiado totalmente… los niños se las saben todas… y las madres pasamos a dar más orientación que órdenes.

En algún lugar leí hace poco: no podemos educar a nuestros niños como nos educaron a nosotros… porque nuestros hijos no vivirán en el mundo que nos tocó o nos sigue tocando a nosotros. ¡Es verdad!

Hoy, cuando parece que todo está al revés… es prioritario inculcar valores en nuestros niños. Y, en mi opinión personal, inculcarles el amor a Dios y de Dios es de vital importancia.

 

 

¿Cómo lograr que un niño desee ir a misa?

Les contaré lo que hice con Enrique, el más chico de mis tres hijos, y lo pongo a él como referencia, porque al ser el más pequeño, era el más vulnerable y el más activo.

Cuando decidí bautizar a mis chiquitos (por descuido los bauticé grandecitos), también comencé a rezar con ellos. Cada uno de mis hijos tiene un cuadro de la Virgen en su dormitorio. Comencé por contarle todas las noches y antes de dormir, cómo se sentía la Virgen María de saber que Enrique iba a ser bautizado. Cuando son niños no entienden mucho de los sacramentos, pero entienden perfectamente del amor de una madre. Le decía que Dios y María estaban contentísimos por Enrique.

Un día Enrique me preguntó: “¿Mami, pero me voy a quedar viviendo contigo aquí en la casa?”. Le respondí: “mi amor, claro que sí… pero ahora estarás siempre cuidado y protegido por la Virgen”, y lo abrazaba fuerte. Entendía que la Virgen lo cuidaría infinitamente… y se quedaba dormido con una paz absoluta.

Lo que hice después del bautizo, fue aterrizar la idea de que Dios y la Mater estarían siempre contentos con la visita de Enrique. Le ponía ejemplos gráficos y prácticos, por ejemplo, le decía: ¿Te imaginas que el tío Vida (mi ñaño) nos invite a su casa el domingo… y se quede esperándonos y nosotros no lleguemos? Te imaginas ¿cómo se sentiría él? Y, Enrique respondía: “Muy triste, mami”, correcto… es así como Dios se siente cuando te espera en la misa el domingo… y tú no llegas. Te busca entre la gente y se pregunta ¿por qué no estás?

Entonces comenzamos a ir a misa, juntos, con sus hermanas mayores. Para darle una motivación adicional, llegábamos tempranito para darle a Enrique la oportunidad de recoger la limosna. Era de verlo… pasaba nervioso toda la misa hasta que llegaba “su momento” y a mí se me caían las “babas” de seguirlo con la mirada mientras él iba de puesto en puesto.

Ahora las cosas en la parroquia han cambiado un poco… ya no recoge la limosna, pero tuvimos una motivación extra nueva: pegar el sticker. La misa a la cual vamos la preparan unos padres peruanos en el patio techado de un colegio; las misas son preciosas y nos habían pedido por familia que recemos una oración para la pronta construcción de la Iglesia. Por cada semana rezada, sin excepción, se colocaba un sticker en un cuadro que siempre estaba a un costado del altar. ¡Era una pelea al momento de pegar el sticker, ya se imaginarán!

Al terminar la misa, los Padres tienen una costumbre que nos encanta a todos: llaman a los niños que no han hecho la Primera Comunión para darles la bendición, mientras los padres cantamos: “Hay ángeles volando en este lugar (no sé cómo se llama)”. Ese es otro momento en que Enrique y María Paz corren a hacer fila para recibir la bendición en su frente. Y… ¡les encanta!

 

 

Un importante logro

Enrique, sus hermanas y yo vamos a misa todos los domingos. Él no pone trabas… no discute… y canta las canciones del cancionero a voz en cuello, porque de paso es super entonado. Nos sentamos en primera fila para estar cerca del padre. A veces se va al baño… a veces me dice que tiene calor o sed… rara vez pregunta a qué hora se acaba… yo los voy preparando desde el carro que si van a la casa de Dios deben estar pendientes de lo que ahí pase, no de lo que pase fuera o más allá.

Mi consejo

El consejo que Pia les puede dar es: hablar con los niños de la importancia de Dios en sus vidas… y poner ejemplos claros de cómo se sentiría Él si no llegan, si hacen bulla, si no van bien vestidos o hasta si van a misa sin lavarse los dientes. Los niños de hoy entienden perfectamente todo lo que se les explique con amor y paciencia… y personalmente considero que sobran razones para vincularlos con los valores espirituales desde que son chiquitos. Enseñarles a agradecer el día a día los hará más sanos emocionalmente.

 

 

Escrito por: María Paulina Ulloa / Instagram: @cuentosdePia / celular: 0990010016.

 

 

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