Hoy en la misa de Santa Marta, el Papa Francisco habló sobre: «dulzura, humildad, respeto y fraternidad». Lo que hace de los hombres una familia, no huérfanos.
La fuente de la “dulzura”, de la “humildad”, del “respeto”, de la “fraternidad” es la certeza de tener un Padre y esto es lo que el Espíritu Santo viene a “recordar”, explica en esencia el Papa Francisco, comentando el evangelio (Jn 14, 15-21) de este domingo 17 de mayo de 2020 en la capilla dedicada al Espíritu Santo de la Casa de Santa Marta en el Vaticano: “Esto es lo que hace que los hombres sean una familia”, y no “huérfanos”.
El Papa continuó el comentario sobre el “discurso de despedida” de Jesús en el Evangelio de San Juan al presentar el tema de “sentirse huérfano”: “En el discurso de despedida de Jesús a los discípulos, Jesús les da la paz y la tranquilidad con una promesa: “No os dejaré huérfanos”: los defiende frente a este dolor, a esta dolorosa sensación de ser huérfanos”.
Les falta el Padre
El Papa señaló que esta es una característica del mundo actual: “Hoy existe una gran sensación en el mundo de ser huérfano: muchos tienen muchas cosas, pero les falta el Padre. Y esto se repite en la historia de la humanidad. Cuando falta el Padre, falta algo
Subrayó que es una aspiración profunda presente en las civilizaciones más antiguas: “Y existe el deseo de encontrarnos, de encontrar al Padre. Pensemos en mitos antiguos … Edipo, Telémaco, siempre en busca del Padre que falta”. Y hoy vivimos en una sociedad donde falta el Padre, es el sentido de ser huérfano lo que toca a la pertenencia y a la fraternidad.
Aquí, explicó el Papa, es el papel del Espíritu Santo: “Me voy”, dijo Jesús, “pero os envío otro Paráclito … que os recordará el acceso al Padre”. El Espíritu Santo no viene para hacernos “clientes”, sino para recordarnos el acceso al Padre que Jesús … hizo visible”.
Para el Papa, la presencia del Padre es también la fuente de la paz: “Solo con esta conciencia de hijos que no son huérfanos podemos vivir en paz entre nosotros. Siempre, las pequeñas o grandes guerras, tienen una dimensión de la sensación de ser huérfano: falta el Padre para hacer la paz”
La conciencia de ser hijos del mismo Padre es la fuente de la dulzura y la fraternidad: “El Espíritu Santo enseña la mansedumbre, la humildad de los hijos del Padre. No enseña insultos. Y una de las consecuencias del sentido de orfandad es el insulto, las guerras, porque si no está el Padre no hay hermanos, se pierde la hermandad”.
La fuente
Es la fuente del sentimiento de pertenencia a la misma familia: “El respeto, la dulzura, la humildad, son actitudes de pertenencia, de pertenecer a una familia que tiene un Padre. “Yo ruego al Padre y os enviará otro Paráclito” y él os recordará el acceso al Padre. Él os recordará que tenemos un Padre que es el centro de todo, el origen de todo, la unidad de todos, la salvación de todos porque envió a su Hijo para salvarnos a todos. Ahora él envía al Espíritu Santo para recordarnos el acceso a Él, al Padre”.
Esta es la “gracia” que el Papa sugiere pedir en oración: “Y con esta paternidad, esta actitud de humildad, de dulzura, de paz, pidamos al Espíritu Santo que nos recuerde, siempre, siempre, este acceso al Padre … Que tenemos un Padre … Y que Él da a esta civilización que tiene un gran sentido de ser huérfano, que Él da el acceso al Padre”.
“Esto es lo que da sentido a toda la vida y hace de los hombres una familia”, concluyó el Papa.
Escrito por: Anita Bourdin, vía Zenit.
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