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La pandemia, cuarentena y el confinamiento infantil tiene varias consecuencias negativas tanto para los padres como para sus hijos… conoce cómo manejarlas.

“El aburrimiento crónico en niños produce desmotivación y minimizar sus miedos solo los agudizan”, Brenda Bucheli, Psicóloga Clínica Infantil.

Como padres de familia nos preocupa mucho cómo nuestros hijos actúan durante la crisis sanitaria por el Covid-19. Temas como el manejo de las clases en línea, que los chicos las aprovechen y que no malgasten el día en distracciones, como el celular o los videojuegos, forman parte de nuestro estrés diario. Todo esto es válido, pero ¿Cuán conscientes somos de la ansiedad o desmotivación que puedan llegar a sentir nuestros hijos debido al confinamiento infantil?

 

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Los miedos

El miedo en los niños siempre está presente, independientemente del coronavirus, explica la psicóloga Bucheli, que cuando son más pequeños pueden ser fantasías, pero a medida que crecen temen a situaciones de la realidad.

El problema no es que sientan miedo debido al confinamiento infantil sino la forma en que lo manejen. Saber que hay un virus que no pueden ver ni tocar, que sus papás o familiares se pueden morir, escuchar información innecesaria y no tener claro las rutinas o protocolos que se tiene como familia para no enfermar, puede producir mucho miedo y ansiedad en nuestros hijos.

Cabe recalcar que ellos manejan la ansiedad de forma diferente que los adultos. Mientras las mujeres se relajan con un café y los hombres con una cerveza, siendo la plática con amigos la vía de descarga, los niños no hablan y necesitan moverse, de modo que se ponen más inquietos e irritables que de costumbre.

No es inmadurez o malacrianza

Sin embargo, interpretamos estos síntomas cómo inmadurez y/o malacrianza. Nos olvidamos, como dice la psicóloga, que todo cambio conductual nos dice algo aunque ellos no lo hablen.

Despreciamos el berrinche y no le damos la suficiente importancia a cómo se sienten ni a los problemas que puedan tener. “Al fin y al cabo son solo niños” y “no tienen nada por qué preocuparse” “sus problemas no son nada”. Falso, si queremos mejorar nuestras relaciones con los chicos y contar con su apoyo, responsabilidad y colaboración tanto con el colegio como en la casa, es importante escucharlos.

Bucheli enfatiza en que el niño ponga nombre a su emoción y cuente con espacios para sentir, hablar y confiar en los adultos. Para canalizar mejor sus emociones, los niños necesitan jugar y moverse. Pero esto no solo implica hacer deporte o actividad física, sino en hacer cosas que les gusten. Por esto, retomar las rutinas y contar con espacios y tiempos al día para hacer actividades recreativas, verse con los amigos por zoom y compartir con la familia va a fortalecer la salud emocional de los chicos.

De igual manera reconozcan y validen los pequeños logros de sus hijos. Interésense por conocerlos, saber qué es lo que están haciendo, qué cosas les gustan y cómo usualmente se siente. Es cierto que muchas veces solo están cumpliendo con sus responsabilidades, pero escucharles sobre sus proyectos de ciencias o una receta que vieron en tik tok puede motivarles a ponerle más ganas a sus estudios y enseñarnos a manejarlos mejor.

 

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Escrito por: Ruth Baquerizo.

 

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