El coronavirus nos ha enseñado muchas cosas y una de ellas sin duda alguna es la cercanía a nuestros seres queridos.
¿Sabían ustedes que la ansiedad y la depresión ceden en parte de su sintomatología cuando la persona que las vive encuentra un camino para concienciar y gestionar sus emociones de manera distinta?
Uno de los mayores elementos de incidencia en el aumento de la ansiedad son pensamientos de tragedias que van a sucedernos, como: “estoy en peligro, algo malo va a pasar, no puedo cuidar de mí y de los míos”, estos pensamientos podrían aparecer frente a disparadores como ver a las personas acercarse mucho o en grupos amplios o ver a personas reunidas sin mascarilla, frente a esto la opción es no salir o salir lo menos posible, sin embargo, ¿podemos vivir aislados? No, o no por tiempo indefinido y menos por imposición.
¿Sabían que los rituales grupales nos ayudan a pertenecer y por tal sentirnos acompañados?
Por eso las comidas en familia unen, este tiempo navideño es buena excusa para reforzar la cercanía a pesar de la distancia, también, para crear nuevos rituales, por ejemplo, el adviento extendido por zoom es una buena idea, nos reunimos un pequeño grupo y llamamos a otros a compartir este tiempo, ponemos a cada miembro de la familia pequeños detalles para colaborar en la creación de esta nueva celebración, uno que ambiente, otro que convoque, otro que organice las galletas y así, algo que hacer para unir a cada uno.
Estas ideas nos ponen de cara con el dilema de la cercanía afectiva y la distancia social…
¿Cómo lograrlo?
Me encantaría darles una fórmula mágica, sin embargo, como todo en la vida no hay un universal que nos resuelva. La opción viable es pensar ¿Qué necesito para cuidarme y sentirme cercano a los que amo, que no son mi familia. Acá algunos puntos para ir resolviendo:
• Darme tiempo para pensar cómo me cuido, qué tipo de mascarilla voy a usar y cómo la protejo, si el caso es que uso las reusables, lavo y cambio mi mascarilla al llegar a casa, tengo mi recipiente personal de alcohol en la cartera o en el bolsillo, cómo quiero saludar con los demás, ¿qué estilo de saludo me acomoda mejor? Saludarnos de puño cerrado, tocarnos codo con codo, apretar nuestras manos una con otra en señal de saludo al otro son algunas de las opciones, incluso podemos pensar estos temas en familia, por ejemplo, idear o escoger en un saludo que hagamos como familia al llegar a otro lugar juntos.
• Planificar encuentros, por ejemplo, las reuniones en lugares abiertos se han puesto de moda, sin embargo, ¿si no poseo un lugar abierto y amplio qué puedo hacer? Podrían hacerse pequeñas reuniones en salas de casa, con un máximo de 6 invitados de tal manera que con las personas de casa no seamos más de 10 o 12 personas, si es una casa amplia, manteniendo todas las normas de seguridad.
• El uso de nuestros ojos para expresarnos puede ser un gran aliado de la expresión de afecto y esto nos hace pensar cómo mirar amorosamente o qué quiero decir con mi mirada. Si las ganas del abrazo me ganan, llevar alcohol siempre.
¿Y los niños en navidad?
Para los niños es entretenido ver las luces de los árboles, es necesario estar en movimiento y es revitalizante el encuentro con sus iguales, creemos para ellos espacios de encuentros con sus amigos, en grupos de 2 o 3, con esa cantidad ellos hacen una fiesta, además, es una excelente excusa para enseñarles a cuidarse a sí mismo con el uso de alcohol y medidas de bioseguridad.
¿Qué pasa con los que no están?
El 2020 acaba en un par de días… y parte de cerrar el año es despedirnos de los que no están, muchas familias han perdido seres importantes y muchas no pudieron despedirse, por esto en los espacios de encuentro es importante permitir homenajear a los que partieron, recordar los momentos alegres y sentirse triste es normal, abrir un espacio para la tristeza en medio de la alegría y la cercanía familiar es sano, busquemos cómo hacerlos presente y perdamos el miedo al llanto, por el contrario pensemos que estar en familia, recordar a los ausentes y llorar nos permitirá crear la intimidad para ser humanos y sensibles en nuestra casa, también para enseñarles a nuestros hijos que la tristeza es parte de la vida.
Buscar maneras de sentirme querido y de hacer saber al otro que lo quiero es necesario, es un trabajo personal que estamos invitados a hacer si queremos cuidar el vínculo, si queremos estar sanos tanto física como afectivamente.
Recuerde amable lector los síntomas de ansiedad y tristeza pueden aparecer, entre otros, aspectos por sentirnos solos y pensar que todo es terrible, por no querer reconocernos “débiles” al ser sensibles, para evitar decaer es importante pensar otras formas de encuentro, otros gestos, otros caminos, los invito a usar la navidad como motivo para pensar en mostrar amor en tiempo de coranavirus.
“La verdadera sensibilidad recae en la sana gestión de nuestras emociones”.
¡Mis mejores deseos para ustedes mis amables lectores!
Escrito por: Ma. del Carmen Rodrigo, Psicóloga Clínica. Mail: mariadelcarmenrodrigoh@gmail.com
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