¿Qué hay detrás y qué produce ese tan común: «yo soy así» y después quedarse tan tranquilo? Lee, medita, pon en práctica y comparte.
Me lo dijo alguien el otro día: «Yo soy así». Y se quedó tan tranquilo. «Yo soy así» Es una expresión muy socorrida. En la vida en pareja se utiliza mucho también. Es como un caparazón muy práctico con el que uno puede esconderse en su supuesta forma de ser para demostrar con hechos que no quiere cambiar, que no va a hacerlo. ¿Se puede cambiar? ¿Se puede exigir que el otro cambie?
No es fácil cambiar. Eso está claro. Pero eso nos puede servir de excusa. Porque las excusas para cambiar pueden ser muchas: que si «yo ya estoy cansado», que si «es mi carácter», que es «es mi forma de ser», que si «siempre he sido como mi padre», que «no puedo evitarlo»… «es que… yo soy así». Es una excusa derrotista. Es como decir: «no solo no es fácil que cambie, es que no voy a intentarlo… Lo siento, yo soy así» – y se queda tan tranquilo.
Si yo soy así ¿por qué cambiar?
¿Cambiar? Pero ¿tengo que cambiar? Por una parte, sí. Todos tenemos que cambiar. Tenemos que seguir mejorando cada día y además sabemos perfectamente en qué cosas concretas tenemos que seguir luchando. Y no puede ser una excusa decir que eres así, que no vas a intentarlo…
Cuando se trata de cambiar para agradar más al otro, para esforzarte en mostrarle mejor tu cariño, por tener esos detalles que el otro necesita para sentirse más querido el cambio muchas veces es necesario. Y, si quieres, puedes.
Si quieres, puedes conseguir cambiar y el otro se lo merece y tú te lo mereces también. No puedes ser un conformista y no intentar hacerlo. Piensa lo lejos que puedes llegar si consigues ir mejorando un poquito cada día…
Y, ¿puedes exigirle al otro que cambie? Yo creo que exigir que el otro cambie puede tener grandes desventajas. Muchas crisis de pareja tienen en su origen que uno de los dos exige al otro que cambie y ejerce de vigilante del cambio de forma continuada, lo que lleva al exigido a querer agradar al otro haciendo un gran esfuerzo. Pero tarde o temprano termina siendo una pequeña cárcel en la que el carcelero siempre está vigilante y de la que el preso desearía escapar a toda costa.
¿Y pedirle que cambie? ¿Querer que cambie es malo? Eso sí. Exigírselo, no; pedirlo, sí. Pero es importante pedir las cosas con cariño. En el mundo de la empresa se anima a los compañeros de trabajo a decirse las cosas con asertividad.
¿Sabes lo que es la asertividad? La asertividad es la capacidad de decir lo que uno piensa, sin llegar a herir al otro, porque se miden bien las palabras y se dice el mensaje con tacto. En la pareja las cosas se dicen con cariño, con amor. Sin ánimo de herir, pero sí con ánimo de mejorar juntos, de ser más felices. Y tú, ¿sabes decir las cosas con asertividad? En el próximo post te enseñaré cómo se hace.
Pero, mientras tanto, creo que es sano intentar huir del «yo soy así», que resulta un refugio del conformismo, y apostar por el «voy a intentar cambiar, aunque me pase toda la vida luchando por hacerlo». Eso sí, sin exigirse mutuamente qué es lo que tiene que cambiar el otro.
Y, ¿quieres un secreto para la felicidad en la pareja? No te centres nunca en lo que tiene que cambiar el otro. Fíjate mejor en tooodo lo que puedes cambiar tú. Primero porque es algo que puedes controlar (lo del otro, no), segundo porque te ayuda a mejorar y alcanzar metas concretas, y tercero porque concentra todo tu esfuerzo en hacer feliz al otro y no en que el otro te haga feliz a ti. Así de sencillo.
«Yo soy así» – vale, es cierto que eres así. Pues intenta cambiar. Empieza hoy. Verás cómo lo consigues y cómo ayudas al otro a ser más feliz. ¿No crees que vale la pena intentarlo?
Escrito por: Fernando Poveda, autor del libro: La pareja que funciona. Blog: laparejaquefunciona.com
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