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¿Qué tiene que ver el éxito con la entrada de Jesús a Jerusalén? Un nuevo comentario al Evangelio realizado por el Padre Juan José Paniagua.

Jesús no fue a Jerusalén a morir, sino a cumplir su objetivo. Su muerte fue la consecuencia necesaria de su misión de liberar a Dios de una religión corrompida. Sin salirnos de la más estricta ortodoxia, podemos entender que su muerte fue la Pascua hacia una nueva Alianza, roto el Templo y abierta a todos los pueblos del mundo. El cristianismo, que es la auténtica resurrección de Jesús, atestigua que consiguió su propósito… un verdadero éxito.

Teniendo en cuenta esto, compartimos un nuevo comentario al Evangelio por parte del P. Juan José Paniagua, el cual está basado en San Marcos 11, 1-10.

 

Jesús 1

 

San Marcos 11, 1-10

«Se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, junto al monte de los Olivos, y Jesús mandó a dos de sus discípulos, diciéndoles: —«Id a la aldea de enfrente y, en cuanto entréis, encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta por qué lo hacéis, contestadle: “El Señor lo necesita y lo devolverá pronto”». Fueron y encontraron el borrico en la calle, atado a una puerta, y lo soltaron. Algunos de los presentes les preguntaron:

—«¿Por qué tenéis que desatar el borrico?». Ellos les contestaron como había dicho Jesús; y se lo permitieron. Llevaron el borrico, le echaron encima sus mantos, y Jesús se montó. Muchos alfombraron el camino con sus mantos, otros con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante y detrás gritaban: —«Hosanna, bendito el que viene en nombre del Señor. Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David. ¡Hosanna en el cielo!».

 

 

Escrito por: Padre. Juan José Paniagua, vía Catholic-Link.

 

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