Son muchas las lecciones aprendidas durante este año de Pandemia por Covid-19. En este sentido compartimos varias de las más relevantes.
“Las especies que sobreviven son las que se adaptan mejor al cambio”, Charles Darwin.
Los seres humanos somos la especie mejor dotada de la Creación, paradójicamente una de las más dependientes y necesitadas de los demás para su desarrollo.
La historia de la humanidad ha atravesado diversas crisis, guerras, y pandemias, pero nunca antes había contado con la cantidad de recursos y herramientas actuales como la biotecnología, telemática, entre otras. Aun así, la fragilidad humana se hace presente, la mayoría ha experimentado dolor, estrés y ansiedad.
Ha sido justamente en esos momentos de mayor tensión en los que se ha puesto a prueba la “capacidad adaptativa” y transformadora del ser humano. Aprendimos a revalorizar lo esencial, nos dimos cuenta que se puede vivir sin tanto y que hay personas que tienen poco para vivir.
Comprobamos por qué llamamos servidores esenciales al sector de la salud, de la educación, de la seguridad, de los alimentos, entre otros, porque sin ellos difícilmente podríamos subsistir.
La solidaridad ha sido clave
Individuos empáticos y resilientes lograron enfrentar mejor la incertidumbre y el cambio. Y solo sumando esfuerzos somos capaces de mucho.
Nadie esperaba que esto suceda, nos sorprendió y de acuerdo a los recursos personológicos con los que cada uno contaba, sostenidos de las redes de apoyo: familia y comunidad, hicimos una “nueva normalidad”.
Hábitos y normas
Desaprendimos hábitos y aprendimos las nuevas normas para mantenernos a salvo: Mascarilla, lavado de manos y distanciamiento. La ciencia dio una maravillosa respuesta, llegó la vacuna, hoy a un poco más de un año, seguimos viviendo varios de los estragos, con mayor esperanza que antes, hay respuestas, avances; no al ritmo que esperábamos.
Este “no cumplimiento de las expectativas”, según el psicólogo Albert Ellis, creador de la TREC (Terapia Racional-Emocional Conductual), es un generador de dolor emocional.
Por ello, es necesario aprender a identificar nuestras creencias y emociones, gestionarlas de la forma más adaptativa posible, entrenarnos para lidiar con la incertidumbre de las circunstancias que no podemos cambiar.
Educando desde casa
En la costa estamos por iniciar el nuevo periodo escolar, ya tenemos un año de experiencia en la modalidad virtual. Herramientas que no son nuevas, realidad que, según nos comparte la Mgs. Erika Cedeño (Representante del Tecnológico de Monterrey ww.observatorio.tec.mx), vino para quedarse.
De acuerdo a Erika Cedeño (experiencia de 20 años promoviendo programas educativos virtuales) hay múltiples ventajas que esta modalidad tiene, “disminuye costos de movilidad, preparación de espacios, predispone a los niños y jóvenes a ser más autónomos y promueve la proactividad”, “indudablemente hay procesos de la presencialidad que son irremplazables, los más representativos: el contacto, el intercambio y la socialización”.
Las múltiples herramientas con las que hoy cuentan los formadores y los estudiantes, permiten alcanzar grandes objetivos. El equipo de docentes, directivos y asesores educativos, tienen el reto de actualizar su rol, y desarrollar las habilidades que estos entornos requieren.
Las generaciones que hoy cursan la educación inicial, básica, bachillerato y superior, son nativos digitales, conocen ya los instrumentos, sin embargo, requieren profundizar la forma de usarlas con ética, ejercitar las habilidades para la vida, propender a lograr conocimientos desde la evidencia científica.
La familia como principal red de apoyo
Otra gran lección reforzada durante este tiempo, ha sido revalorizar los vínculos con la familia y los amigos, pocas veces habíamos compartido tanto tiempo en casa, la cotidianidad se había vuelto tan apresurada, que llegábamos agotados después de extenuantes jornadas.
Durante el confinamiento, descubrimos, entre otras cosas, que preparar los alimentos juntos podía ser una ocasión muy buena para compartir con el hijo adolescente sobre esa ilusión que “le quita el sueño”; ver entre esposos esa película que hace mucho planeábamos y el “escaso tiempo” disponible nos hacía postergar el plan.
Confirmamos lo frágil que es la vida, y el valor del aquí y ahora
El no poder visitar a la familia y a los amigos, nos causó congoja. Esa experiencia de extrañarlos, ha fortalecido los lazos de amor y fraternidad.
Sabemos que la vida tiene momentos para reír y momentos para llorar, cosas que dependen de nosotros y otras que no, solo puedo ejercer acciones en aquello que sí depende de mí, esta realidad maravillosa la describe muy bien Víctor E. Frankl:
“Entre estímulo y respuesta hay un espacio. En ese espacio está nuestro poder para elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta radica nuestro crecimiento y nuestra libertad”.
Ejercitemos la flexibilidad, aceptación y gratitud para una vida con sentido.
Escrito por: Psic. Patricia Molina Pinargote, Mgs. Emdic Consultores. Correo: emdicconsultores@gmail.com T: 0994505108.
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