¿Es posible educar la sexualidad en la primera infancia? La respuesta es sí, pero no es una tarea sencilla. Conoce cómo lograrlo. ¡Lee y comparte!
Hablar de sexualidad infantil no siempre es fácil. En ocasiones, creemos que no es necesario, que ya habrá tiempo para ello o que será tarea de la escuela. Nada más alejado de la realidad. La correcta educación sexual se inicia en la infancia y son los padres quienes deben iniciarla.
Como padres debemos tener en cuenta que la sexualidad infantil no es igual a la sexualidad madura. En esta etapa, la pulsión sexual es menos específica y vigorosa. Los órganos sexuales están poco desarrollados y las hormonas sexuales tienen bajos niveles en la sangre.
La excitación sexual ante estímulos visuales o auditivos es poco frecuente. Los estímulos táctiles en el cuerpo son los que tienen mayor poder de respuesta fisiológica sexual.
Desde pequeñitos nuestros hijos van aprendiendo por observación e imitación. Así que, siempre estamos enseñando educación afectivo-sexual. Como nos referimos a sus genitales, cómo reacciono ante sus diferentes cambios físicos, cómo me relaciono con mi pareja, etc. A través de nuestras actitudes vamos predisponiendo a valorar como positivo o negativo muchas cosas que acontecen relacionadas al tema.
Aptitudes que presentan los padres respecto a hablar de sexualidad
Las actitudes más comunes que presentan los padres son las siguientes:
Represiva: lo corporal es peligroso, sucio o negativo. La sexualidad es vivida como algo oscuro.
Permisiva: el cuerpo es reducido a nivel de objeto, facilitar todo lo relacionado al sexo.
Personalista: unión de lo físico y psíquico, conocer nuestro cuerpo, sentirnos a gusto en él, no solo buscar el placer y gratificación de uno en la relación sexual, pensar también en el otro.
Debemos conocer que en la primera infancia existen sucesos propios de su período evolutivo en los que se va permitiendo educar la sexualidad, tales como:
El apego
Es el vínculo de afecto que se desarrolla con el principal cuidador, formará una base segura para el desarrollo y exploración. Es allí, donde se adquiere la seguridad emocional básica que nos permite abrirnos a las demás personas, creer en nuestras posibilidades, etc. Dependiendo como se haya desarrollado este, influenciará en que nuestra relaciones sean cálidas, frías, confiadas, desconfiadas.
El control de esfínteres
Este tiene una relación e influencia en la educación sexual, ya que es un proceso relacionado con la zona genital y el placer que de ella deriva.
El control de esfínteres no se aprende, se adquiere cuando tienen la madurez para lograrlo. Cuando se trata de educar este control sin que hayan adquirido la capacidad fisiológica, en ocasiones los padres o cuidadores se enfadan cuando se orinan o defecan, estableciendo una asociación negativa con la sexualidad.
Una vez logrado el control de esfínteres para el niño es muy grato y placentero poder decidir por primera vez si retiene su orine o caca, y dónde y cuándo hacerlo. También, es un gran paso en su autonomía.
Principales interrogantes de los padres
Las dudas que frecuentemente asaltan a los padres en la primera infancia, las analizaremos en estas tres preguntas:
¿Es malo que se toquen los genitales?
Tocarse los genitales es una manifestación natural que no tiene que ser reprimida sino encausada. Si se les permite explorar su cuerpo a esta edad, no serán adultos incapaces de acariciar, proporcionar y recibir ternura.
Entonces ¿dejar que se toquen no más?
Podemos esperar y observar si él/ella es capaz de regular su propio comportamiento, por ejemplo, Juan dejará de tocarse cuando ve la pista de carros, que es muy divertida. Si ves que esto no sucede, propones un cambio de situación. “Juan, que tal si vamos armar una pista de carros”. Se trata de ofrecer una alternativa más agradable.
Retar a un niño porque se toca es una equivocación ya que puede desarrollar vergüenza, miedo, culpa o que haga a escondidas lo que le produce placer.
¿Es normal que los niños se toquen entre ellos?
Es normal sentir interés no solo por conocerse sino conocer al otro, así como reconocer sus diferencias. En estos casos debemos evitar las actitudes represivas y permisivas. Entonces ¿qué hacer? Es importante que los padres hayamos explicado a los niños que, así como nadie debe tocar sus partes íntimas, ellos tampoco lo deberán hacerlo a otros, pues es parte de su intimidad.
Así cómo, los padres tienen ciertas dudas, los niños también las tienen. Al momento de responderlas hagámoslo de una manera clara, verdadera, sencilla y apropiada para su edad. No evadir estas respuestas, ni usar metáforas complicadas. Es importante, responder a lo que nos preguntan, de manera concreta y sin ahondar en explicaciones.
Ante el caso de que, por temor o vergüenza el/la niño/a pregunte nunca nada. Los padres deberán estar atentos y ser quienes propicien este diálogo.
Adecuada educación sexual
Una adecuada educación sexual previene de algún modo los tristes casos de abuso sexual que vemos en la sociedad. Es importante estar atentos a ciertas conductas que pueden sugerir situaciones de abuso sexual en esta etapa. Mencionaré a continuación algunas, que pueden ser indicadores de abuso sexual infantil, pero tengamos en cuenta que no es la única causa por la que se presentan:
- Trastornos de conducta, retraso del lenguaje, enuresis y encopresis.
- También trastornos del carácter: irritabilidad, llanto e inquietud.
- Trastornos del sueño: dificultad para conciliarlo, pesadillas, terrores nocturnos.
- Miedo a determinadas personas o lugares.
- Masturbación compulsiva.
- Juegos sexuales que no corresponden a su edad.
Prevenir el abuso sexual
Así como, es importante conocer aquellas conductas que pudieran sugerir abuso sexual, es primordial educar en prevención. A continuación nombraré ciertas sugerencias:
- Conversar con los niños sobre sus partes íntimas. Decirles qué, si alguien trata de tocarles el cuerpo o de hacerle cosas que lo hacen sentir raro, debe decir no a esa persona y contarlo en casa.
- Para ello es importante transmitir en el día a día que en casa todo se puede contar, dedicando una escucha de calidad cuando vengan a contarnos sus pequeñas cosas.
- El respeto a los mayores no quiere decir que tengan que obedecer ciegamente a los adultos y figuras de autoridad. Por ejemplo, cuidar nuestro lenguaje “Haz TODO lo que diga la maestra”.
- Hablar sin tabúes ni prejuicios sobre los temas de sexualidad. Llamar a sus genitales por su nombre: pene y vagina, evitar calificativos como, “el pajarraco”, “el pichirulo”, “el pan”, “la florcita”.
- Explicar la diferencia entre una caricia sexual y una expresión de cariño.
- Escuchar siempre sus dudas y responder a sus preguntas.
- Confiar en tu hijo/a.
En los temas referentes a la educación de los niños, la prevención, el amor y el respeto, siempre nos garantizarán mejores resultados. No debería ser una excepción al educar la sexualidad.
Escrito por: Psic. Daniela Nugué, Máster en Asesoramiento Educativo y Familiar. Asesora en lactancia materna.
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