Las etiquetas o etiquetar a alguien es bastante sencillo, pero por ser fácil no quiere decir que sea bueno. ¡Lee y comparte!
Estoy leyendo el libro En Auschwitz no había Prozac, de Edith Eger, superviviente de Auschwitz y actualmente doctora en psicología. Hay una frase de este libro que me dejó mucho para pensar sobre el tema de las etiquetas: “Una etiqueta no es una identidad. Es una máscara o una cárcel”.
Al leer este capítulo de su libro, pude reflexionar sobre lo fuertes y peligrosas que pueden ser las etiquetas que nos ponemos a nosotros mismos, o que le vamos poniendo a los demás. Y también, incluso, las etiquetas que otros nos ponen a nosotros.
Quiero invitarte a que reflexiones: ¿qué etiquetas te has puesto a ti mismo?, ¿qué etiquetas te han puesto los demás, y has adoptado como propias?, ¿qué etiquetas les has puesto a los demás?
Cuando etiquetas a otra persona
Es muy importante que identifiquemos esas etiquetas, porque toda etiqueta, sea positiva o negativa, resulta mala. ¿Por qué? Porque las etiquetas nos limitan.
Si tú encasillas a una persona bajo una etiqueta, estás limitando a esa persona a no ser más que eso, pero, además, te estás limitando tú respecto de tu conocimiento de esa persona: no la vas a conocer en su totalidad. Es como si te pusieras unos lentes, lentes que solo te permiten ver los comportamientos de esa persona que van de acuerdo a esa etiqueta… y no verás los demás.
Encasillarse a uno mismo
Por otro lado, si la etiqueta te las estás poniendo a ti mismo, también te estás limitando: crees que no puedes ser algo distinto de lo que esa etiqueta rige. Por ejemplo, un defecto mío es la impaciencia.
Mi familia y amigos me lo han recalcado desde siempre. Ese defecto se fue convirtiendo en una etiqueta… ¿Qué pasó entonces? Que me limité a no mejorar, a no querer trabajar en mi impaciencia.
Cuando vivimos bajo una etiqueta, nos limitamos, en la creencia de que no podemos cambiar. Nos escudamos bajo esta frase: “así soy, y no puedo hacer nada al respecto”. Luego entendí que claro que sí, soy impaciente, pero esto es en mí es solo una característica. No es una etiqueta que me define. Entonces, decidí comenzar a trabajar en ella, y mejorar en ese aspecto. Ahora soy un poco más paciente para algunas cosas, y sigo trabajándolo.
Recordemos las palabras de Edith Eger: “Una etiqueta no es una identidad, es una máscara o una cárcel”. Las etiquetas que tienes o que les pones a los demás no definen la identidad de la persona, tú no eres solo esa característica, eres mucho más que eso.
Identifica esas etiquetas y comienza a ser más flexible con ellas. Por ejemplo, si estás conociendo a alguien, no lo encasilles con etiquetas. Por el contrario, permítete conocerlo tal cual es, y preséntate tú a esa persona tal cual tú eres: no presentes tus máscaras.
Para concluir, esto me lleva a una pregunta que hace Edit Eger: “¿Cuándo dejaste de ser tú mismo y comenzaste a desempeñar un papel?”. Cuando nos regimos bajo etiquetas, nos alejamos de nuestro verdadero ser, y comenzamos a actuar solo de acuerdo a ellas. Despréndete de esas etiquetas, ¡y descubre todo lo que hay! Es tanto lo que hay, en otros y en ti mismo, detrás de esas etiquetas…
Escrito por: Majo Barillas, vía amafuerte.com
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