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Para algunas personas no hay ninguna diferencia entre tener sexo y hacer el amor, para otras, son dos situaciones totalmente distintas.

La más grande fortuna de un ser humano es amar a alguien con todo lo que es y con todo lo que posee. El amor no es un bien desechable o intercambiable, y no tiene fecha de caducidad. Quien lo encuentra debe considerarse dichoso, verdaderamente enriquecido y por siempre agradecido.

Si hay algo que el ser humano ha buscado y anhelado es ser amado y poder amar a alguien. Todos florecemos cuando nos sentimos amados, y nos marchitamos cuando carece esa virtud.

Tristemente, si hay una palabra trillada, nombrada, desvalorada, distorsionada, carente de sentido y buscada, es la palabra amor. Hoy amo a una persona, amo una película, amo un oso de peluche, amo un partido de fútbol, o un par de zapatos. Para algunos es una emoción; para otros, una fuerza; para otros, un misterio; para otros, un mundo incierto. Y para otro tanto, un eco de dolor en el alma.

Resulta difícil explicar el amor mediante fórmulas químicas, sistemas, ecuaciones y procesos. Lo que sí podemos explicar es que, durante el orgasmo, un neurotransmisor llamado oxitocina se libera en ciertas partes del cerebro: es uno de los ingredientes clave para que los seres humanos fabriquen amor, confianza y lazos, y reduzcan el miedo, además de ser una de las razones por las que los orgasmos resultan tan placenteros. Sin embargo, el amor y el sexo no significan lo mismo; y, a la vez, deberían ser inseparables, en el sentido de complemento, encastre perfecto. Por separado, por caminos paralelos inevitablemente repercutirán una en la otra, y no en construcción. Por eso, hoy quiero que reflexionemos acerca del amor y del pseudoamor. Acerca del sexo y el amor.

 

 

La búsqueda de todo ser humano

De diversas maneras, el ser humano busca incansablemente el fruto del amor. Lo busca con desesperación, y muchas veces en el lugar y de la manera incorrecta. Detrás de muchos actos sexuales de muchas personas, lo que en realidad se busca es un poco de amor. Detrás de la hipersexualizacion, de la seducción sin límites, de prácticas peligrosas y carentes de afecto, lo único que se busca es aportar un gramo de autoestima; en definitiva, a esta la construimos mediante el verdadero amor, mediante el amar y saberse amado.

Sexualidad y amor van de la mano

Separar la sexualidad del amor es separar elementos esenciales de este último. La pareja debe estar enriquecida tanto en la sexualidad como en el amor; deben nutrirse mutuamente.

En una conferencia, el doctor W. Masters hizo la siguiente pregunta: “¿qué lugar tiene el amor en la sexualidad?”. A lo que él mismo contestó: tener sexo sin amor es como hacer gimnasia. Cuando el amor es el fundamento, hay intimidad; cuando nos dirigimos con un pseudoamor, simplemente hay sexo.

Muchas veces se ha manipulado con la famosa frase “la prueba de amor”, alegando que teniendo sexo quedaría explícitamente demostrado el verbo del amor. Sin embargo, hacer el amor no es tener sexo: podés hacer el amor hasta sin quitarte y/o quitarle una sola prenda. Y tener sexo no necesariamente expresa amor.

El sexo fue creado para la reproducción, para el placer y para la autoestima. Pero el sexo sin amor solo puede darte quizás una fecundación, quizás unos minutos de placer, pero jamás aportará a tu autoestima sin amor verdadero.

El amor verdadero entiende la sexualidad en la pareja como la entrega absoluta, cuyo único objetivo es brindar placer al otro, fundirse en un solo ser y expresar amor, respeto y cuidado, siempre con apertura a la vida.

 

 

Importancia de la comunicación en la intimidad

La realidad es que cada día son más las personas que buscan una vida sexual activa sin necesidad de encontrar un amor con quien compartirla.

En la intimidad nos comportamos como somos: vulnerables, desnudos. Todo lo que cargamos a nuestras espaldas se refleja en la sexualidad. Una relación sexual no es un mero intercambio de fluidos o placer, o no debería serlo. Es comunicación, y cuando esta no funciona en el día a día, es muy difícil que fluya en la intimidad.

Amor, pasión y compromiso podrían ser los ingredientes perfectos para que una relación se dé en términos de intimidad. Si hay pasión pero no hay compromiso, se trataría de amantes. El sexo es un elemento que se utiliza a menudo como herramienta de la relación. Pero, si no hay ningún otro nexo de unión, la pareja acaba por deshacerse.

El sexo puede ser una de las experiencias más satisfactorias a la hora de conectar con tu pareja, lo que a su vez conlleva que, en algún momento, pueda ser también el motivo de conflicto principal.

 

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Estamos a tiempo de desaprender

¿La parte positiva? La sexualidad es un proceso que se aprende, por tanto, también se desaprende. Estamos a tiempo de desaprender lo que creíamos que era, y aprender a ser verdaderos proveedores y receptores de amor y pasión, de modo que estos nos conduzcan a esa utopía de la intimidad.

En definitiva, todos buscamos amor; nos equivocamos, por carencias afectivas desde nuestros primeros años de vida, por inseguridades, por falta de un modelo sano a seguir, por desconocimiento o cual fuere la razón. Pero somos vulnerables al amor. Nos toca la difícil tarea de redimir la palabra “amor” y de darle su verdadero significado a la palabra “sexo”.

Nuestro aporte a esta tarea es saber elegir y saber construir relaciones sanas, donde el fruto sea el amor, donde lo pueda leer desde un amor propio y a su vez un amor compasivo y empático con el otro. Yo quiero amor, no pseudoamor. Yo quiero intimidad, no sexo.

 

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Escrito por: Pepy Echeverría, Docente (profesora de matemática) y Especialista en Sex Coaching. Coordinadora de la Fundación “Impulsando Vida” y Preventora de abuso sexual infantil. Vía amafuerte.com

 

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