Los padres, impotentes, desinformados y muchas veces desinteresados no nos involucramos y abandonamos nuestro rol de formadores.
La respuesta de Hollywood a la temporada navideña, incluyendo las plataformas de contenido streaming, es inundar las pantallas con títulos alusivos a la Navidad, pero que usualmente resultan en comedias románticas que -de casualidad- suceden en diciembre.
Hay clásicos del cine de acción que también se apoderaron más de una vez de la taquilla navideña, apenas por haber sido ambientados en esta época, pero sin ningún impacto real en la trama o el desenlace. Algo parecido está sucediendo hoy con una serie de superhéroes promocionada como un “especial de Navidad”, aunque sólo son persecuciones de carros y explosiones con pinos, luces y nieve atrás.
De todas esas propuestas, las comedias románticas parecerían ser las que más apelan a los mensajes cálidos y positivos, a inspirar en la audiencia virtudes como la generosidad, la bondad y la gratitud, siempre en el marco de una historia de un “amor” que vence barreras, usualmente de tipo económico en esas películas. Pero envueltas en esos afectos azucarados encontramos premisas no tan virtuosas que ya se han convertido en lugar común del cine y la televisión que consumimos.
Relaciones sexuales casuales hace rato dejaron de levantar las cejas del espectador y, en la ambientación decembrina, su romantización es todavía más elevada y hasta justificada. La fórmula no falla: chico conoce chica, algo les impide estar juntos o, mejor, ambos inician detestando alguna faceta del otro, pero las circunstancias los llevan a concretar su amor, el cual manifiestan -como no puede ser de otra manera- con una escena sexual sugerida o implícita.
La premisa del sexo casual es una batalla perdida
Sea que veamos estos filmes en familia o permitamos que nuestros hijos menores de edad los vean solos, porque son “navideños”, es válido preguntarse ¿es la premisa del sexo casual una batalla perdida?
Un estudio publicado en la Revista Médica Salud Adolescente y citado por el diario británico The Guardian, evaluó a más de 1000 niños de entre 12 y 15 años de edad y concluyó que hay una fuerte relación entre el contenido sexual que consumen los adolescentes y la mayor probabilidad de iniciarse en la actividad sexual temprana.
Otro estudio del Departamento de Psicología y Biocomportamiento de la Universidad de California analizó el mayor riesgo al que están expuestos los menores, porque aún no han desarrollado completamente las habilidades cognitivas que les permitan analizar críticamente esos contenidos y tomar decisiones pensando en sus consecuencias; los jóvenes aceptan las premisas cinematográficas más fácilmente como reales, confundiendo un guion con la vida diaria.
Aunque están en clara desventaja y situación de vulnerabilidad, la tendencia es tratarlos como adultos en lo que respecta al criterio para decidir qué ver y cómo procesarlo. Por un lado, crecen acostumbrados a normalizar las relaciones sexuales sin compromiso ni repercusiones y a creer que la secuencia aceptable y hasta deseable es ir a la cama primero. Por otro lado, ceden a la presión de reemplazar el verdadero amor por el sentimiento y la emoción, de forma a confirmar el paradigma de que “igual todos lo hacen”.
Impotentes, desinformados y muchas veces desinteresados
Los padres, impotentes, desinformados y muchas veces desinteresados no nos involucramos, abandonamos nuestro rol de formadores y pretendemos que los chicos descubran por sí mismos los caminos de la autoestima, sexualidad y afectividad.
Una sentencia de la Corte Constitucional en 2018 además nos cesa de nuestra autoridad tuitiva cuando coartamos la libertad de nuestros hijos menores de edad para tomar decisiones sobre su vida y salud sexual y reproductiva. El Estado diciéndonos “no te metas con tus propios hijos”.
Por supuesto que las plataformas en línea, como el cine y la TV, presentan el sexo casual sin consecuencias y, particularmente, el sexo adolescente romantizado todo el año, no sólo cuando suenan los villancicos. Pero así, siempre tendremos más ocasiones para sentarnos a dialogar con ellos, escuchando con cariño y siendo muy francos, hablando desde nuestras propias experiencias de errores y aciertos, yendo más allá del sermón sobre enfermedades y embarazos no deseados.
Presentarles esta realidad de la vida en el contexto adecuado es la oportunidad ideal para conversar sobre la trascendencia de escoger bien a la pareja, el valor del matrimonio y la familia como núcleo de la sociedad y el papel de la sexualidad en la entrega libre, total, fiel y fecunda.
Escrito por: Pablo Moysam D. Twitter: @pmoysam
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