La neurociencia indica que las personas que expresan gratitud viven en altos niveles de emociones positivas, vitalidad y optimismo.
Comienzo este artículo diciendo que la vida no es fácil. Vivir no es fácil.
Diariamente veo personas en el ambiente terapéutico que están en busca del sentido de vivir, preguntándose: “¿dónde lo perdí?”, “¿aún puedo recuperarlo?”, “¿dónde se fue mi esperanza?”.
Ante esto, me doy cuenta de que vivimos tiempos oscuros, de un vacío que nos engaña, que nos roba la esperanza y que nos hace cuestionarnos cada día sobre nuestra existencia: ¿tiene sentido vivir o no?
El poder de la gratitud
En tiempos oscuros y difíciles como estos, es necesario practicar la gratitud. «Pero Talita, ¿cómo te agradezco las cosas que no siento y no veo?».
Pues prestando atención a los pequeños detalles.
La neurociencia explica el poder de la gratitud en nuestro cuerpo. Cuando generamos sentimientos de gratitud en nuestros pensamientos, activamos el sistema de recompensa del cerebro, ubicado en un área llamada núcleo de Accumbens. Este sistema es el responsable de la sensación de bienestar y placer en nuestro cuerpo.
Cuando el cerebro identifica que ha sucedido algo bueno, que hemos tenido éxito y que hay cosas en nuestra vida que merecen reconocimiento y estamos agradecidos por ello, se libera dopamina, un importante neurotransmisor que aumenta la sensación de placer.
Una construcción
Por lo tanto, las personas que expresan gratitud viven en altos niveles de emociones positivas, satisfacción con la vida, vitalidad y optimismo.
Pero la gratitud no sucede de la noche a la mañana; debe ser construida por nuestro pensamiento. En otras palabras, empieza a pensar y a buscar el reconocimiento interno pensando en tus logros, en las pérdidas que no tuviste y en el hecho de simplemente estar vivo y respirando.
Por otra vía neural, la gratitud estimula las vías cerebrales para la liberación de otra hormona llamada oxitocina, que estimula el afecto, aporta tranquilidad, reduce la ansiedad, el miedo y la fobia a las personas que padecen algún trastorno psíquico.
Cómo practicar la gratitud
Ejercer la gratitud es tan poderoso que disuelve el miedo, la angustia y los sentimientos de ira, frustración y tristeza. Se vuelve más fácil controlar los estados mentales tóxicos e innecesarios. Nuestro cerebro no es capaz de sentir gratitud e infelicidad al mismo tiempo. Tú eres quien hace la elección, enfocando tu pensamiento.
Así que ocupa tu espacio interior y ejercita la gratitud a diario, por difícil que sea. Para comenzar el día de manera positiva, trata de pensar en las diversas razones por las que tienes que sentir gratitud por la mañana. Y termina tu día reflexionando sobre las cosas buenas que sucedieron durante la jornada, y que tal vez, solo te darás cuenta cuando reflexiones sobre ello.
Cuando salgas por la mañana, no olvides mirar al cielo. No olvides escuchar el sonido de los pájaros, el soplar del viento y el olor a café. No ignores una sonrisa sincera. Sé que es duro, también sé que es duro ver la docilidad en la vida, sus colores y hasta su propósito. La vida realmente no es más fácil y, por lo tanto, exige más y más de nosotros.
Debes recordar que a pesar del mal tiempo y el gris que prevalece, las cosas buenas siguen presentes. Solo esté dispuesto a ser amable para notarlos.
Escrito por: Talita Rodrigues, Psicóloga, vía Aleteia.
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