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La verdad nos hará libres: el histórico fallo de la Corte Suprema de Justicia a favor de la vida.

Hoy el mundo, luego de 50 años de pugna, recibe una de las noticias más significativas en la lucha por la defensa del no nacido, por la defensa de la vida. La Corte Suprema de los Estados Unidos de Norteamérica elimina el derecho al aborto al derogar Roe vs Wade.

En el ámbito provida, la alegría es enorme, es algo con lo que se ha soñado mucho y hoy, en medio de una cultura contraria a la vida, la verdad se abre paso. Para nosotros, los creyentes, no es coincidencia que este suceso se haya dado en la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.

No voy a ahondar en los detalles de la noticia, creo que los titulares, a nivel mundial, cubrirán desde distintos flancos el detalle de la misma, pero sí quiero detenernos a reflexionar en lo que este triunfo implica y la responsabilidad que conlleva.

 

 

¿Qué es «Roe vs Wade»?

Norma McCovey, más conocida como Jane Roe, en el año 1970 recurrió a dos abogadas para presentar su caso y lograr le otorgaran el permiso para abortar. Los pormenores del caso Roe vs Wade son ampliamente discutidos. Para conocer mejor el caso, les recomiendo leer este artículo.

Lo cierto es que años más tarde, Norma McCovey, manifestó públicamente su arrepentimiento y confesó que durante el juicio había declarado falsedades. Dedicó desde ese entonces el resto de su vida a la lucha provida. Ella sabía que en sus espaldas llevaba la carga de los millones de abortos que esa ley permitió, pero también conoció la misericordia de Dios que hoy se hace tangible en una ley que puede salvar a muchos.

«En 1973 yo estaba muy confundida y luché por conseguir un aborto legal, pero la verdad es que tengo tres hijas y nunca he tenido un aborto. Sin embargo, al conocer a Dios, me di cuenta que mi caso, el cual legalizó el aborto, fue el error más grande de mi vida. Ahora estoy dedicado a la difusión de la verdad sobre la preservación de la dignidad de toda vida humana desde la concepción natural hasta la muerte natural» (Norma McCovey).

Salvemos las dos vidas

Luego de la derogación de Roe vs Wade, ante este fallo, no podemos quedarnos con los brazos cruzados. Un embarazo no deseado es una situación que puede ser compleja y dura. Salvar las dos vidas no solo implica que las dos sigan físicamente vivas, sino que podamos acompañar, ayudar a sanar y a reconciliar las propias heridas. Es un trabajo de largo aliento y mucho compromiso.

«Este es el principio, no el final. Debemos redoblar nuestros esfuerzos para acompañar a las mujeres y parejas que se enfrentan a embarazos inesperados o difíciles, así como ofrecer misericordia a quienes sufren el aborto» afirma el arzobispo de San Francisco, Salvatore Cordileone. ¡Y cuánta razón tiene!

De nada nos sirve salir a cantar por las calles, si luego no nos vamos a ocupar de aquellos que sufren.

 

FALLO 3

 

Una vivencia de sexualidad que reclama responsabilidad

Saber que el aborto no es un derecho implica abrazar la sexualidad propia y entender sus fines. Hemos pasado tanto tiempo concentrados en el placer y señalando el pecado que hemos olvidado, exponer su hermosura y enseñar a vivirla plenamente.

No es cuestión de fe, es cuestión de humanidad. El recto uso de la sexualidad tiene que ver con asumir las funciones de una relación sexual entre un hombre y una mujer: la unión y la procreación. Y van juntas. Y, sí, no es una tarea fácil conocerla y aprender de ella y sobre ella.

Los padres de familia tenemos una responsabilidad enorme en enseñar a nuestros hijos la hermosura de la sexualidad. Es nuestra responsabilidad enseñar con libertad, no con rigidez ni represión. Entendiendo lo vulnerables que somos, las fragilidades que tenemos y las oportunidades hermosas que se nos abren una y otra vez.

 

FALLO 4

 

Hagamos historia, la que el Sagrado Corazón invoca

Que este fallo no quede en un papel, que no sea motivo solamente de enfrentamientos sin cuartel. Que podamos empezar a escribir una historia de vida entregada y creativa en sus formas de servir, de acompañar, de acoger aquellos nacimientos dolorosos y a aquellas madres que efectivamente sufren un embarazo no deseado.

Hagamos una historia que ponga el foco en la familia, en la necesaria educación de la libertad, de la sexualidad y de la fe al servicio de la humanidad.

Hoy, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, recurramos a sus tres arroyos, el de la misericordia para el pecador, el de la caridad para con el que sufre y el de la luz para que nos brinde a todos la sabiduría necesaria para hacer uso de la gracia que hoy nos concede.

«Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía; antes de que tú nacieras, yo te consagré, y te destiné a ser profeta de las naciones» (Jeremías, 1).

 

FALLO 6

 

Escrito por: Silvana Ramos, vía Catholic-Link.

 

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