En una relación de pareja el contacto físico es valioso, no es lo único, pero es necesario para complementar lo que pensamos y sentimos.
Los expertos dicen que la pandemia de Covid-19 ha traído también una pandemia psiquiátrica paralela. Los acontecimientos que hemos vivido los últimos años nos han cambiado la vida, e incluso nuestras costumbres, formas de relacionarnos, de saludarnos, de tocarnos… Al mismo tiempo, los expertos dicen que el contacto corporal es el antídoto: hacen falta más besos y abrazos.
La pandemia psicológica paralela
Aunque parece que la pandemia de Covid empieza a llegar a su fin, todavía quedan secuelas: en concreto, la pandemia psicológica paralela todavía está vigente. Ha sido consecuencia del estrés de haber afrontado meses de incertidumbre, de miedo al contagio, de inseguridad, miedo a la enfermedad, miedo a la muerte, deterioro físico, fake news… Los expertos hablan de cómo el elevado nivel de cortisol ha invadido nuestros cuerpos y todavía continúa presente, porque se reactiva con la sola posibilidad de revivir lo vivido.
En la vida en pareja no ha sido distinto. Las situaciones críticas y el deterioro de las condiciones vitales han llevado los nervios a flor de piel. Esto ha conducido a algunas parejas a estar más unidas, pero a otras las ha distanciado, o incluso roto. Los mismos expertos hablan de la necesidad de contrarrestar esta situación con altas dosis de oxitocina, que se genera, entre otras cosas, gracias al contacto corporal. El contacto corporal, los abrazos (los abrazos largos, de ocho segundos, apretando) y los besos son fundamentales.
El beso
Un beso vale mucho más de lo que podemos imaginar. Un beso de amor ejercita 30 músculos de nuestra cara, mejora la autoestima, activa la circulación, aumenta la longevidad, reduce dolores y achaques. También un beso moviliza varios tipos de secreciones, entre ellas, la oxitocina, que tienen eficacia analgésica y fortalece las defensas del organismo. El beso es sencillo de dar, y todavía más agradable de recibir. Los besos son gratis y dan mucha vida. Derróchalos siempre que puedas.
El abrazo
Los abrazos son como los besos, pero elevados al cuadrado. Los abrazos profundos (no los formales, de una palmada y punto) son como introducir un ser en el otro, como abrir nuestro interior al interior del otro para acogerle física y espiritualmente.
Un abrazo representa físicamente lo que hacemos espiritualmente con el otro, al que hacemos como nuestro. Como otro yo. Los abrazos profundos generan también bienestar y segregan oxitocina. Deberíamos dar, como mínimo, un par de ellos al día, para recuperar los abrazos perdidos de estos dos últimos años.
El contacto corporal
Si los besos y abrazos son importantes, el resto de las caricias con contacto corporal son fundamentales en la pareja: agarrarse de la mano por la calle, acariciar el brazo mientras veis la tele en casa, agarrarse por la cintura o por el brazo, apoyarse en el pecho del otro, acariciar los dedos de la mano con mimo…
Todos estos gestos que parecen insignificantes pueden suponer mucho en una relación. Es una manera más de decirnos “Te quiero”, pero sin palabras. Sin palabras, pero con mucho mensaje. Y es que contacto corporal es también un lenguaje, que puede ayudar a decirnos “te quiero” el uno al otro sin necesidad de expresarlo verbalmente. Hay personas cuyo lenguaje principal de amor es el contacto corporal. Para ellas, es su forma de decir “te quiero” y de sentirse queridas.
El contacto sexual
Si el contacto corporal es un lenguaje en sí mismo, el contacto sexual es el culmen del contacto corporal y de la comunicación. Por eso es tan importante en el matrimonio. Porque culmina una relación continuada, porque termina un deseo mutuo que se ha ido fraguando desde el último encuentro sexual.
Algunas mujeres se quejan de que los hombres ya no las acarician tanto como antes; sobre todo, se quejan de que ellos ya “van a lo que van”, son un poco brutos y se saltan todos los contactos corporales previos para entrar directamente al contacto sexual. Los dos son necesarios: el uno lleva al otro.
En el fondo el idioma es parecido, pero el camino es diferente. Es un idioma que los dos necesitamos, hombres y mujeres, pero que quizás expresamos de manera diferente. Quizás ellas tiendan a ser más sutiles, y ellos, a ser más directos.
Pero hay que seguir los tiempos de uno y otro para que la cosa funcione. Y es que, si el contacto sexual no es el resultado como culminación de una relación de amor continuada, si no se ha ido trabajando y fraguando desde la última…, entonces la mujer se siente utilizada. Si no se siente querida durante el resto del día o de la semana, durante el contacto sexual tampoco lo siente así. Y entonces empieza a distanciar el contacto sexual.
Cuando ella se distancia, es él el que no se siente querido. Y así, la distancia entre los dos crece. En realidad, ambos necesitan ese contacto corporal para sentirse queridos. ¡Se necesitan mutuamente y se quieren!, pero se lo expresan de forma diferente. Y entonces no se sienten queridos. Se quieren, pero no se lo saben expresar.
Sin embargo, si hay amor profundo, de largo recorrido; si hay preparación, si hay caricias previas, si hay cariño…, entonces el contacto sexual se vuelve el culmen real de una relación plena, el culmen del contacto corporal, de las caricias, de las palabras de cariño y los detalles del día. Y los dos se dicen con el cuerpo lo que se quieren con el alma.
Si no tiene esa preparación, no funciona: el sexo termina separando. Ella se siente utilizada, y él se siente, primero rechazado, y luego termina no sintiéndose querido tampoco. ¿El uno es demasiado bruto y la otra demasiado sensible? Cada uno es como es. No trates de entenderlo: τrata de querer.
Tengan claro
Para acabar con la pandemia psicológica, ha llegado el momento del contacto corporal: derrocha besos, gasta caricias, derrama abrazos. Sobre todo, en casa, sobre todo con tu cónyuge, que es donde más se lo necesita. Y busca el contacto corporal. Busca estar todo el día tras esos detalles que hacen la vida agradable al otro.
Eso sí es “hacer el amor”. “Haz el amor” todo el día, y el culmen de ese amor será también el contacto sexual. Un contacto sexual lleno de cariño, lleno de comunicación, lleno de caricias, lleno de amor verdadero.
En esta época de nuevas formas de relacionarnos, de vernos de forma virtual, de viajes al metaverso, no nos equivoquemos: lo que más necesitamos es el contacto personal para mejorar nuestras vidas. Sobre todo, la vida de pareja: menos metaverso, y más metabesos.
Escrito por: Fernando Poveda, autor del libro: La pareja que funciona. Blog: laparejaquefunciona.com
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