Elegir pareja no es sencillo. Es una de las decisiones más importante de tu vida, si no la más importante.
Si se toma en serio el escoger pareja, se termina adquiriendo un compromiso que es para siempre y que, si no se acierta, puede hacerte sufrir mucho a ti y a los que te rodean, sobre todo a los hijos, si los hay.
Por eso conviene tener en cuenta algunos sencillos consejos que pueden ayudar a elegir. Aquí te presento algunos.
Si te atrae SOLO físicamente, ahí no es
La atracción física suele ser el disparador, la chispa. «Me gusta su pelo, me gustan sus ojos, sus manos, su forma de andar, su forma de sonreír». Es lo que normalmente despierta la primera atracción, que entra por los sentidos y abre las posibilidades a una relación.
Pero el aspecto físico cambia fácilmente con el tiempo (y lo normal es que vaya va a peor). Y, si basas el enamoramiento fundamentalmente en el aspecto físico corres el peligro de que, con el paso de los años, los rasgos se deterioren, la piel se arrugue, suban los kilos, se pierda pelo, se deteriore la forma física… y la atracción física deje de serlo. Por lo tanto, diría que, si atrae físicamente, ahí no es.
Si te atrae como persona, ahí sí PUEDE ser
La atracción personal suele venir después de la atracción física. «Me atrae su bondad, me enamora su tranquilidad, su forma de afrontar los problemas. Me encanta su paciencia y su alegría; su afán por el trabajo bien hecho, su entrega por los demás». Son cualidades personales mucho más profundas que las meramente físicas y… sí, son mucho más duraderas en el tiempo.
Es cierto que cuesta más detectarlas, es cierto que son más racionales que sentimentales, pero son mucho más estables e importantes a largo plazo para que una relación funcione. Si alguien te atrae personalmente pero no físicamente, te recomiendo dar una oportunidad a esa relación. Muchas veces la belleza interior te hará ver atractiva la exterior.
Sentimiento y razón al escoger pareja
A veces el sentimiento nos dice que sí y la razón nos dice que no. A veces sentimos mariposas en el estómago por alguien que la cabeza nos dice que no nos conviene. Te puede atraer físicamente e incluso personalmente alguien que luego tiende a manipularte, que te condiciona, te quita la libertad o puede hacerte daño.
No lo puedes evitar, pero te atrae. Física y personalmente. Pero sabes que no te conviene. Entonces, ¿no hay que escuchar al corazón? ¿no es bueno el sentimiento? ¿no es muy frío dejarse llevar por la razón? La razón nos hace ver lo que hay de fondo en una persona, sus valores, sus principios, su concepción de la familia y de la vida en pareja, su forma de ver la sociedad y las relaciones personales, la educación de los hijos…
Todas estas cosas serán básicas para que la relación y la familia funcionen bien a largo plazo y es importante intentar que sean comunes a las nuestras. Esto hará que os ahorréis discusiones estériles (o incluso insalvables) en el futuro sobre temas que son cruciales para vosotros y vuestra futura familia.
Entonces, ¿es bueno el sentimiento? El sentimiento es importante, pero hay que dejar a la razón que opine también. ¿Conviene tener muy en cuenta lo que nos dice la razón? – Sin duda. Y, como cuando uno está enamorado la razón se ofusca, conviene pedir consejo a amigos, familiares, a aquellos que te conocen bien, para que te aconsejen con sinceridad… y entonces escuchar y tomar decisiones basadas en la razón, pero sin dejar de pensar en el sentimiento.
Por lo tanto, si la razón dice sí y el sentimiento dice no, probablemente sea no. Pero si la razón dice sí y el sentimiento dice quizás, entonces a lo mejor conviene darle una oportunidad de conocerse más en profundidad. Para esto está el noviazgo.
No te enamores del que no es
Realidad y ficción… A veces puede pasar que quieras querer tanto y entregarte tanto, que no veas con objetividad al otro. Y te enamores de alguien que no es una realidad. Esto pasa mucho más de lo que parece: hay personas que se enamoran de quien le gustaría que fuera, y no es. Se vive con la esperanza de que el otro cambiará. Y lo más seguro es que nunca cambie. Ni siquiera si te lo asegura y tiene una voluntad real de cambiar. Cambiar nunca ha sido fácil y en su caso tampoco va a serlo.
Por lo tanto, si todo lo basas en que el otro cambie, ahí no es. Si no quieres al otro como es ahora mismo, si el enamoramiento está fijado en quien te gustaría que fuera, y no en la persona que es de verdad, ahí no es. Si no quieres al otro con sus defectos, te pasarás toda tu vida queriendo que cambie y no conseguirlo te frustrará. Y al otro también. Conseguirás no ser feliz tú y no hacerle feliz al otro. No compensa. Ahí no es. No te empeñes.
Haceros felices el uno al otro
La felicidad es de ida y vuelta. La entrega también lo es y está directamente relacionada con la felicidad. Y la felicidad debe estar volcada en la entrega al otro. Por lo tanto, antes de pensar si serás feliz tú, piensa primero si vas a ser capaz de entregarte y hacer feliz al otro. Así, como es él o ella. Sin cambiar muchas cosas, sin esperar a que tenga un trabajo distinto, ni que deje de tener tanto genio, ni que pierda peso, ni que tenga tus valores o tu fe.
¿Vas a ser capaz de hacerle feliz? Y, después, ¿te va a hacer feliz a ti? Si crees que no va a hacerte feliz, no es la persona. También si crees que no vas a hacerle feliz, está claro que tampoco. Si no vais a ser capaces de haceros felices el uno al otro, ahí no es.
Elegir pareja nunca fue fácil. A veces hay un conflicto entre el sentimiento y la razón. También a veces andas buscando un príncipe azul o una princesa encantada que tenga todas las bondades físicas y personales, pero que nunca termina de llegar. A veces queremos sentir mariposas o ver objetivamente una relación basada en una felicidad sin límites y sin problemas ni obstáculos, que no son realistas para la vida real.
Para buscar a la persona adecuada está claro que debes de tener en cuenta la parte física, pero también te recomiendo que le des una oportunidad a quien no es tan agraciado físicamente, pero que es una bellísima persona por dentro. Puedes sorprenderte y encontrar a esa persona con la que podéis haceros felices mutuamente.
Escrito por: Fernando Poveda, autor del libro: La pareja que funciona. Blog: laparejaquefunciona.com
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