Se piensa que los vueltos a casar están excluidos de la Iglesia, por el hecho de no tener acceso a la comunión. Pero hay muchas otras formas de vivir su fe y ser activos.
La comunión a las personas en una segunda unión es un tema que se ha vuelto de interés mundial, incluso para los no católicos. Muchos sienten que el no poder comulgar es una forma de exclusión. Sin embargo, la Iglesia católica no excluye a nadie, por el contrario, ama a todos sus hijos y su única misión es la salvación de todos los hombres y mujeres.
Así lo dijo San Juan Pablo II: “Estos hombres y estas mujeres deben saber que la Iglesia los ama, no está alejada de ellos y sufre por su situación. Los divorciados vueltos a casar son y siguen siendo miembros suyos, porque han recibido el bautismo y conservan la fe cristiana.”
Nuestro Derecho Canónico nos ilumina al respecto y ofrece a todos los bautizados la alegría de servir de muchas formas mediante los siguientes derechos y deberes.
Derecho a evangelizar (c.208), a recibir de los pastores la palabra de Dios (c.213), a expresar sus opiniones a los pastores y manifestar sus necesidades (c.212), a rendir culto a Dios: ir a Misa, Adoración al Santísimo, oración (c.214), a tener iniciativas apostólicas como fundar asociaciones de caridad (c.216), a la formación de la fe, a estudiar en universidades y facultades eclesiásticas (c.229).
Deber de vivir en comunión con pastores y fieles (c.209), de alcanzar la santidad (c.210), de evangelizar (c.211), de obedecer a los pastores (c.212), promover la justicia social y la caridad (c.222), respetar el bien común y los derechos ajenos (c.223), educar a los hijos en la fe (c.225), sostener económicamente a la Iglesia (c.222), impregnar la sociedad de espíritu evangélico (c.225).
Como vemos, hay mucho por hacer y la Iglesia nos necesita a todos y cada uno de sus hijos en su tarea de evangelizar, cultivar el amor por Dios y por el prójimo. Cómo lo llevemos a cabo, depende de cada uno.
Tenemos los medios de comunicación (radio, televisión, internet, revistas), las aulas de los colegios y universidades, las organizaciones de caridad, los grupos de oración y adoración al Santísimo. Ahora más que nunca los católicos debemos estar unidos y anunciar la Buena Nueva.
Por Cristina Valverde
Abogada