Entre el 40% y el 60% de personas que padecen de estrés tienden a desarrollar con mayor frecuencia síntomas de enfermedades digestivas.
El estrés es una reacción de tensión física, mental o emocional que presenta el cuerpo ante situaciones que resultan complicadas en la vida de una persona. Por lo general afecta a los sistemas fisiológicos del organismo de un individuo. Según la OMS entre el 40% y el 60% de personas que padecen de estrés tienden a desarrollar con mayor frecuencia síntomas de enfermedades digestivas, siendo uno de los sistemas más afectados.
El 10% de hogares ecuatorianos tiene al menos un integrante afectado por estrés, según una investigación realizada a nivel mundial por GFK (en sus siglas en inglés, Growth from Knowledge) en años pasados. Otro estudio realizado por la Universidad Nacional de Loja donde tomaron una muestra de 229 estudiantes de medicina reveló que el 19,21% presentaron síntomas digestivos producto del estrés.
El estrés y las enfermedades digestivas
Los síntomas digestivos producto de cualquier tipo de estrés aumentaron a raíz de la pandemia de Covid-19 debido al aislamiento, que él ha evidenciado en el aumento del número de pacientes que le han consultado por esta causa. Los indicadores claves para detectar esta patología son los problemas para evacuar, los retorcijones, diarrea, flatulencias, acidez, náuseas y pérdida de peso.
Estos indicadores pueden derivarse del hecho de que el aparato digestivo se lo considera como la extensión del cerebro y en situaciones de estrés, se liberan hormonas que estimulan el sistema nervioso. Algunas personas son altamente sensibles a estas sustancias, lo que trae consigo la alteración del proceso digestivo.
Se recomienda acudir lo más pronto posible al médico gastroenterólogo de confianza para una valoración al primer síntoma que presente con la finalidad de obtener un diagnóstico oportuno, debido a que el tratamiento es prologando y muchas veces, al no continuar con el procedimiento, puede desarrollar graves complicaciones.
El estrés es el principal enemigo de nuestro bienestar y afecta de manera directa a nuestro proceso digestivo, debido a que es el responsable de establecer la sensación de saciedad, por lo que en muchos casos se puede observar que las personas que tienen estrés o ansiedad aumentan su apetito o caso contrario, reducen su ingesta de alimentos.
La mejor medicina es la prevención, por lo cual mejorar el hábito alimenticio y tratar de controlar el estrés por medio de técnicas de relajación o ejercicios de respiración. Sin olvidar que la actividad física es primordial para evitar los síntomas digestivos producto del enemigo silencioso llamado estrés.
Fuente: Gregorio Santana, especialista gastroenterólogo.
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