¡24 horas con Dios! Compartimos contigo siete oraciones para acudir a Él en cada instante de tu jornada.
Orar es estar cerca de Dios. Como diría santa Teresa, es tratar de amistad a Aquel que nos ama. Es dirigirnos a Él con confianza, es tenerlo presente en cada momento del día, desde una oración sincera y sencilla.
¿Por qué rezar…?
Podemos decirle lo que necesitamos, conversar con Él para decirle, incluso, lo que nos hace falta. Él es Padre, es amigo. Ve dentro nuestro y nos ayuda en todo momento.
Aparte de los ratos de meditación, lectio divina o contemplación, es bueno tener presentes las oraciones vocales, que en el día a día nos ayudan a dirigir la mirada y el corazón hacia Dios.
¿Y cómo empezar a rezar?
En nuestras oraciones hacemos partícipe a Dios del día que nos concede con mucha generosidad. Cada uno puede tener una manera particular de hablar con Él, así como cada uno tiene una manera especial de tratar a sus seres queridos y cercanos.
Sin embargo, te comparto algunos puntos que podrían ayudarte a dirigir tu oración, cuando no sabes por dónde empezar: comienza por saber que estás en presencia de Dios.
Luego, escucha lo que Él dice. Dile que le amas, agradece lo que Él hace por ti. Pídele perdón por las faltas y ofensas. Pídele lo que necesitas, pídele lo que tus amigos y familiares necesitan.
¿Ves? ¡Es muy fácil charlar con el Señor!
¿Qué oraciones deben estar presentes en mi día?
Dirigirnos a Dios debe ser algo constante, porque nos ayuda a permanecer en contacto con el que nos quiere tanto. Para ciertos momentos del día, puede existir algunas oraciones vocales más adecuadas. ¡Te compartimos algunas que no pueden faltar!
Oración para comenzar el día (larga)
Señor, mi Dios y mi Padre, te agradezco el descanso de la noche y te bendigo por este nuevo día de mi vida que me concedes. Te ofrezco todos sus momentos, para glorificarte y amarte; te los ofrezco en unión de todos los méritos de nuestro Señor Jesucristo, por manos de la Santísima Virgen y en comunión con el Espíritu Santo.
Dame la gracia, Señor, de servirte en todo lo que haga. Que no cause tristeza a quienes esperan de mí justicia; que no desprecie a aquellos que esperan de mí comprensión, amistad y caridad. Señor, en tus manos coloco mi vida. Dame tu bendición, líbrame del pecado y de todo mal y dame tu paz. Amén.
Oración para consagrar el día (corta)
Te doy gracias, Dios mío, por haberme creado, redimido, hecho cristiano y conservado la vida. Te ofrezco mis pensamientos, palabras y obras de este día. No permitas que Te ofenda y dame fortaleza para huir de las ocasiones de pecar. Haz que crezca mi amor hacia Ti y hacia los demás.
Oración para pedir a la Virgen su compañía durante el día
¡Oh, Señora mía! ¡oh, Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a Vos; y en prueba de mi filial afecto os consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, Madre de bondad, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra.
Para empezar a trabajar
Te ofrezco, Señor, todo mi trabajo, pensamiento, palabras, obras. Ayúdame a hacerlo todo bien por amor a ti y a los demás. Madre mía, Inmaculada, san José, mi padre y señor, ángel de mi guarda, intercedan por mí. Amén.
Al finalizar el trabajo
Al llegar al final de un día más de trabajo, te bendigo, Señor, y te agradezco por todo lo bueno que me concediste hacer, junto con mis compañeros y supervisores. Bendíceme al volver a casa y concédeme un descanso feliz y restaurador. Amén.
Para bendecir y agradecer las comidas
V. Bendícenos, Señor, y bendice estos alimentos que por tu bondad vamos a tomar.
R. Amén.
V. El Rey de la gloria eterna nos haga partícipes de la mesa celestial.
R. Amén.
Acción de gracias
V. Te damos gracias por todos tus beneficios, omnipotente Dios, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
V. El Señor nos dé su paz.
R. Y la vida eterna. Amén.
Oración para antes de terminar el día (al acostarse)
Te adoro, Dios mío, y te amo de todo corazón. Perdóname las faltas que he cometido y acepta el bien que haya podido hacer. Protégeme durante el sueño y líbrame de todo peligro. Tu gracia esté siempre conmigo y con todos mis seres queridos. Amén.
Escrito por: María Belén Andrada, comunicadora e ilustradora, vía Catholic-Link.
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