Somos seres de tribu.
Dr. Diego Bernardini
info@lasegundamitad.org
Lean este dato conmigo y en voz alta: «La Asociación Norteamericana de Psiquiatría equipara a la soledad indeseada con fumar un paquete de cigarrillos a diarios». Sí, así de frente y sin vuelta. Por lo cual, y rápidamente podríamos decir que la sociabilización, el encuentro y la empatía son absoluta y totalmente fundamentales para evitar el deterioro cognitivo.
Frente a esto nos preguntamos entonces, dónde está la dificultad si puesto, vivimos en sociedad. Pero, si dejamos de mirar el ombligo de los jóvenes 40, 50 años, nos encontramos con una generación anterior que creció entendiendo que socializar era por ejemplo, ir a trabajar; y entonces, cuando el trabajo se terminó, no supieron cómo volver al ruedo.
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Muchos otros que viven en lugares alejados con pocos habitantes en los que, la sociedad más adulta, va quedando segregada. Algunos, que desde su personalidad nunca fueron tan sociables y se suscribieron a una familia que con el tiempo se hizo cada vez más chica.
Y, yo agregaría un elemento más, que es el tema de la audición: hoy cada vez es más fuerte la evidencia que tenemos que nos dice la pérdida del sentido de la audición correlaciona como una de las puertas de entradas al deterioro cognitivo.
Ahora voy a hacer un paso hacia atrás en la evolución humana y esta, será la serpiente que se comió la cola: desde los inicios de la vida humana como tal al día de hoy mantuvimos por lo menos, una gran característica; años de evolución pero una sola cosa no cambió: Somos seres sociables. Somos seres de tribu. Somos tribales. De infantes y de adultos.
La «nueva humanidad» se encierra permanentemente en las tecnologías que buscan mediar entre nosotros y los otros.
Necesitamos al par para espejarnos. Para saber que hay otro y que nosotros no somos tan distintos, para ser empáticos y que lo sean con nosotros. Necesitamos a los más chicos para nutrirnos de energía e información nueva, necesitamos a los más grandes para acuñar su experiencia y eventualmente repetir o no, sus pasos.
Nos necesitamos, básicamente, todo el tiempo. Y al mismo tiempo de que la «nueva humanidad» se encierra permanentemente en tecnologías que buscan mediar entre nosotros y los otros, también hay una profunda búsqueda de encuentro con nosotros y con los otros.
Y la verdad es que para encontrarse con uno mismo muchas veces – y salvo que abracemos de manera permanente y constante el camino de la meditación- ese encuentro con nosotros se hace a través de otro.
El titulo de esto es fácil: aislarnos nos envejece. Aislarnos nos enferma. Aislarnos hace que nuestra cabeza funcione mal. Y por consiguiente lo hará nuestro mundo emocional y también corporal.
Ser una isla es pasar por esta vida sin dejar huella. Y nosotros bien sabemos que vivir más para vivir mejor, es tener cada día más y más experiencias.