Existen familias que no celebran Navidad porque no tienen creencias cristianas, mientras que, para otros miles de millones de personas y familias en todo el mundo, la Navidad es la conmemoración del nacimiento de Jesucristo en Belén, e inicia con la Nochebuena del 24 de diciembre y tiene un valor religioso, cultural y de reflexión espiritual, familiar y social.
El sentido de la celebración y el bienestar de los niños
En los casos donde ha existido una separación o divorcio, debe estipularse acuerdos que sean respetados con quien pasarían la Navidad los niños por su bienestar; caso contrario, no tendría coherencia la celebración porque no se está recordando la esencia de la Navidad, que es la intensidad de los sentidos desde la alegría, esperanza y el gozo de recibir a Jesucristo. Por otro lado, los niños deben vivir con el ejemplo de sus padres la práctica de las virtudes y valores que nos recuerda la Navidad, rehuyendo todo enfrentamiento. Por bienestar emocional deben evitarse conflictos que no predisponen de forma ecuánime el resultado y sentido de la celebración.
Los niños de padres separados no tienen que lidiar con los desacuerdos de los padres; por ello, es recomendado que ambos padres se comuniquen con antelación para acordar con quién pasarán la Navidad y las fiestas sus hijos. Y si no hay comunicación adecuada, uno de los padres debe tomar la iniciativa desde la imparcialidad, pensando en el beneficio psicológico de sus hijos, recordando que los niños quieren y necesitan a ambos progenitores y por ello hay que acogerse a acuerdos saludables.
Por el bienestar de los hijos, en ninguna circunstancia, en esta época u otra, se puede recalcar o reprochar aspectos negativos de uno de los progenitores, con la intención de influir en que no tenga interés de pasar la Navidad con alguno de los padres, ya que puede tener un impacto negativo en el estado anímico, en la confianza de sí mismo y en las relaciones interpersonales posteriores.
Acuerdos en beneficio de los niños
Cuando los padres se separan, lógicamente e indiscutiblemente afecta a la familia, y en una de las fechas donde se siente intranquilidad o desavenencia es en la celebración de Navidad y fin de año porque los hijos quieren pasar con sus progenitores; por ello hay que tomar decisiones en la organización de las celebraciones y tratar en la medida de lo posible de mantener la calma por el bien de todos y de los niños y adolescentes.
Los acuerdos deben adaptarse a cada dinámica y realidad familiar; no existe una fórmula precisa o acuerdo único; sin embargo, es trascendental que los padres lleguen a acuerdos que beneficien los componentes psicológicos, cognitivos, emocionales y espirituales de los niños. Por ejemplo, el trato puede ser Nochebuena con mamá y la tarde de Navidad con papá o viceversa. Lo importante es que los hijos compartan con ambos padres en esta fecha especial como es la Navidad. En casos extremos y de acuerdo a las circunstancias de cada familia (la distancia, la ausencia prolongada de alguno de los padres, la relación con los progenitores, enfermedad u otros), puede alternarse que los niños pasen un año con su progenitor y el siguiente año con el otro progenitor. Hay que considerar también en los acuerdos las edades de los niños más pequeños que requieren más cuidado o que tienen alguna condición médica, y lo aconsejable sería que la Nochebuena pasen con el progenitor donde viven para evitar traslados innecesarios. También hay que considerar la edad de los niños más grandes o adolescentes y poder conversar con ellos para llegar a tratos que beneficien a todos.
Vivencias y transmisión de tradiciones son parte del desarrollo psicológico de la infancia y adolescencia.
El desarrollo del ser humano en la infancia y adolescencia no se limita a la protección física, alimentación, estudios, vestimenta u otros aspectos materiales. El menor debe ser protegido también en el área psicológica, en sus pensamientos, sentimientos, emociones y sus vivencias, puesto que las experiencias en la infancia se manifiestan en la vida del adulto.
Tanto para adultos como para niños, la celebración de la Navidad es un tiempo para “detenerse” a reflexionar sobre cómo hemos vivido y cómo debemos seguir viviendo en referencia al pensamiento y creencia cristiana de la familia. Por eso, los padres separados deben darle importancia a este tiempo del año para que sus hijos puedan experimentar vivencias, como cantos, regalos y disfrutar de una cena especial con los miembros de la familia, por lo que es de relevancia cuidar este momento para los hijos. Los padres deben analizar que cuando los niños participan en este tipo de celebraciones tradicionales, se contribuye a su desarrollo psicológico, emocional y sociocultural, que son parte de su identidad, y a la vez se conservan las tradiciones, que incluyen un calendario en torno a la celebración para las futuras generaciones. Por lo tanto, evitar tener confrontaciones porque se predispone e influye en el resultado de cómo sus hijos pasen en estas épocas y cómo esto se vuelve en muchos un eco de buenos o desafortunados recuerdos en sus vidas venideras.
Escrito por: Silvia Cordero Encalada
Psicóloga Clínica
Mgs. En Desarrollo de la Inteligencia y la Educación
Email: emdicconsultores@gmail.com – silviacorderoe@hotmail.com