Lanzaron una serie del Papa Francisco y la ilusión del equipo era que el Santo Padre la viera.
Hace tres años dirijo la página web Catholic-link.com. Es una página web de recursos audiovisuales para el apostolado y uno de los proyectos que llevamos adelante es una serie de dibujos animados sobre el Papa Francisco. Lanzamos esta serie con mucha ilusión y desde el inicio el sueño de todo el equipo fue que el mismísimo Papa Francisco la viera y nos hiciera algún comentario. ¡Un gran sueño! Así es, pero a veces los sueños se hacen realidad.
No quiero detenerme a contar los pormenores de cómo conseguí estar en la primera fila de una lluviosísima audiencia con el Papa. Simplemente ocurrió. Ahí estaba yo, miércoles a las 10:30am, por gracia de Dios y sin poder creerlo, con un iPad tan empapado como yo, en la inmerecida fila de los afortunados que esperaban la oportunidad de saludar al sucesor de San Pedro.
Termina la audiencia y el Papa empieza su acostumbrado saludo a los asistentes. Antes de llegar a mí, se detuvo un par de minutos con una familia argentina. Bromeó, rezó y tomó mate con ellos. Dedicó unos segundos a cada uno, sin prisa, con alegría y calidez. Disfruté su cercanía y la naturalidad de su trato; naturalidad que inspira naturalidad porque a uno le dan ganas de tratarlo como a un amigo.
Ni en sus ojos ni en su actitud, vi prisa o impaciencia; todo lo contrario, el Papa expresó en todo momento interés y hospitalidad.
Los miembros de la familia argentina se iban acabando y luego venía yo… ¡tensión! Mi misión era hacer que el Papa viera la caricatura que traía preparada, pero yo tenía ganas de botar el iPad y darle un buen abrazo. Ni modo, no se puede hacer todo lo que uno quiere. Mirando al último hijo de la familia el Papa me estiró la mano y yo la cogí. En esos segundos aproveché para poner “play”, pero como mis dedos estaban mojados el iPad no respondía… ¡Pésimo momento! Dando trompicones logré arrancar el video. Levanté la mirada y me encontré con la presencia buena de Francisco. Respirando hondo le expliqué quién era y le hice ver la producción; la vio entretenido durante 30 segundos y luego me dijo que estaba muy bonita. Cruzamos unas últimas palabras, le prometí mis oraciones y nos despedimos. Francisco continuó saludando al resto de la fila.
Si me preguntas qué fue lo que más me tocó de mi encuentro con el Papa, diría que me impresionó mucho la experiencia de sentirme escuchado.
Ni en sus ojos ni en su actitud, tanto conmigo como con la familia argentina, vi prisa o impaciencia; todo lo contrario, el Papa expresó en todo momento interés y hospitalidad.
Es algo muy sencillo, lo sé, pero me parece muy significativo. Me emociona saber que el Papa es un hombre capaz de compartir las alegrías y hacer propias las preocupaciones de la Iglesia.
Mi breve encuentro con él me ayudó a comprender la misión enorme que Dios ha colocado sobre sus hombros y desde ese día comprendo mejor por qué Francisco constantemente nos pide que recemos por su pontificado. Estoy profundamente agradecido con Dios por esos casi dos minutos que pasé con él. Si existe una segunda vez me he prometido tener las dos manos libres para darle un gran abrazo.
La mente maestra de la serieCanva Ma, junto a otros miembros del equipo de Catholic Link, es el artista de las caricaturas animadas del Papa Francisco que ha dado vuelta en las redes sociales desde hace dos meses. Este ecuatoriano dio vida a las palabras del Papa Francisco a través de historias entretenidas y encuentros claves del Santo Padre en la Plaza de San Pedro. Es un trabajo largo y de mucho sacrificio. Animar un personaje y darle movimientos a su cuerpo tarda un día aproximadamente. Pero detrás de todo el proceso los acompañan las oraciones del equipo de Catholic Link. “Estas oraciones son importantes para que al final del día el trabajo que hagamos sea lo que Dios quiere”, asegura Canva. Al preguntarle cuántos capítulos vienen por delante, nos explica que no hay un número definido, pero que seguirán “compartiendo los mensajes del Papa para que a más personas llegue el mensaje de Jesús”.
Por Mauricio Artieda
Director Catholic-Link
