EL PAPA PIDE LA RECETA En el encuentro que Francisco mantuvo con el mundo de la educación en Quito, una mujer de 85 compartió su testimonio como catequista por 60 años. El Santo Padre se acercó contento a saludarla y le preguntó: “¿Ochenta y cinco años?” “Sí”, contestó la señora. Y el Pontífice preguntó: “¿Por qué no me da la receta?”. Esto generó las risas y aplausos de los asistentes.
SU PREDILECCIÓN POR LOS ENFERMOS En su paso por el Santuario de la Divina Misericordia en Guayaquil, el Santo Padre dedicó unos minutos para saludar a niños y jóvenes enfermos que lo esperaban junto al altar. Francisco se conmovió por ese gesto y luego de dedicar unas palabras a los feligreses, los saludó y bendijo. |
MÚSICA PARA EL PAPA Durante el encuentro con la sociedad civil, el Sistema Nacional de Música para Niños Especiales (SINAMUNE) interpretó varias piezas que el Papa escuchó muy atento. Terminada la presentación, algunas niñas del grupo musical se acercaron al Pontífice y lo saludaron con ternura.
LA ALEGRÍA DE LOS NIÑOS Su visita a Ecuador no fue la excepción para reflejar la ternura de Dios con los más pequeños del hogar. Sucedió en Quito cuando unas niñas esperaban a Francisco. El Papa las miró y ellas corrieron a abrazarlo.
|
EL ABRAZO DE DIOS |
Rompe protocolo y se gana corazones
Desde el día 5 de julio que el Papa Francisco bajó del avión al suelo ecuatoriano, rompió los protocolos existentes. Saludó, rió y bendijo, especialmente a niños que eufóricamente esperaban la llegada del Santo Padre.
Sus saludos no se limitaban únicamente a un movimiento de manos, él pedía parar el papamóvil en donde estuviese para abrazar y bendecir de cerca. Así lo hizo en el Parque Bicentenario en Quito, en medio de la multitud dio un alto en el camino y bendijo a una centenaria feligresa que con ansias esperaba el paso del Papa. No es el único ejemplo, y es que el Sucesor de Pedro rompe con el protocolo para estar más cerca de los devotos.
La primera noche en Ecuador, en su descanso en la residencia de la Nunciatura Apostólica, varios fieles cantaban afuera esperando que el Papa apareciera. A pesar del cansancio, con una sonrisa en el rostro, sorprendió hasta a los medios cuando salió a bendecir a todos. Sus palabras llenas de afecto y con un poco de humor, tranquilizaron a los asistentes. “Voy a bendecirles para que vayan a descansar y dejen dormir a los vecinos”. Luego los invitó a rezar un Ave María y los bendijo.
Francisco siempre estuvo presto para un selfie que no faltaron durante su visita en Ecuador, impresionando a todos con su sencillez. En el aeropuerto Mariscal Sucre, no se negó a tomarse uno con un joven que deseaba inmortalizar aquel instante. La seguridad del Papa, por el afán de realizar a la perfección su trabajo y salvaguardarlo, no dejaban que se acerquen, pero Francisco los sorprendía.
El último día en Ecuador, en su visita al Santuario del Quinche el Papa Francisco prefirió improvisar. “Tengo un discurso preparado, pero no tengo ganas de leerlo”. Aquel acto dejó ver, nuevamente, la espontaneidad y naturalidad que el Vicario de Cristo posee.
Por: María Alejandra Granja
Periodista