En estos tiempos suceden muchas cosas que amenazan los sentimientos de seguridad en la familia, tanto en niños como en adultos. Además, los niños y jóvenes hoy en día tienen rápido acceso a información que nosotros no teníamos a su edad, incluso saben cosas que ahora ni nosotros mismos conocemos. Así, están al día (por experiencia o a través de los medios de información) de lo que ocurre en su mundo. Por ejemplo, tienen que enfrentarse al sufrimiento que genera un divorcio, la muerte de un ser amado, enfermedades, guerras, cambios climáticos, pérdida del empleo, violencia doméstica, delincuencia, pobreza y marginación, por mencionar solo algunos problemas actuales.
Sin duda, estas circunstancias son sufridas por muchas personas, de cualquier edad. Sin embargo, ¿has pensado cómo las viven y enfrentan tus hijos? Como padres podemos ayudarles a enfrentar este mundo caótico y a sentir estabilidad, pese a todo. A continuación comparto contigo algunas ideas al respecto:
1. Seguridad ante el conflicto, según su edad
Es muy importante que observes y estudies sobre las formas en que los niños pueden reaccionar ante un conflicto. Éstas dependen de su edad, su madurez emocional y el nivel de estabilidad familiar.
Por ejemplo, un niño pequeño puede manifestar su molestia frente a cosas que no le gustan o a las que teme, por medio del llanto incontenible, con un berrinche o mostrando el deseo urgente de que le tengan en brazos. Los niños mayores pueden expresarlo de manera más sutil, con una alteración en su rutina y comportamiento habitual, como trastornos del sueño o apetito, volverse impulsivos o retornar a etapas de desarrollo que ya habían superado. En ambos casos, pueden manifestar gran angustia y ansiedad ante el cambio o al estar separados de sus padres, aún en situaciones que no implican peligro.
Si notas que algunas de estas cosas u otras semejantes ocurren con tu hijo, procura no regañarlo como respuesta inmediata: ofrécele la seguridad que necesita en ese momento de crisis. Después podrás dialogar con él, una vez que se sienta estable de nuevo.
2. Mantén horarios y rutinas
Tanto como te sea posible, fija rutinas y horarios inalterables. Esto proporciona a los hijos (desde los más pequeños, hasta los adolescentes) un sentimiento de seguridad, confianza y estabilidad. Aunque se quejen por tener que irse a la cama temprano o porque es impensable ir a jugar sin hacer los deberes escolares, en el fondo las rutinas les brindan gran comodidad: saben que en medio del caos, algo permanece inalterable en casa.
3. Ayúdales a comprender las pérdidas irreparables
Los niños más grandes pueden entender, no sin dolor, cuando pierden algo o a alguien de manera permanente. Sin embargo, a medida que se esfuerzan por comprender y hacer frente a la pérdida, es posible que hablen repetidamente sobre el asunto. Escúchales con amor, paciencia y atención, así te digan lo mismo cada día: quizá buscan ayuda para entender qué sentido tiene esa experiencia, o acaso necesitan expresar sus sentimientos para reconocerlos y superarlos. No pierdas de vista que su forma de razonar no es la de un adulto.
4. Evita que asuman culpas que no les corresponden
Es muy grave que a menudo los niños creen que ellos son culpables de mucho de lo que pasa a su alrededor. Por ejemplo, muchos niños llegan a convencerse de que son los causantes de las riñas entre sus padres, incluso de su separación o divorcio. Averigua siempre qué es lo que tus hijos piensan sobre lo que acontece en casa y en su entorno cercano. Platica con ellos y corrige respetuosamente las ideas o interpretaciones erróneas que tengan.
5. Que el caos en el mundo no les atormente
Entre los once y dieciocho años de edad, tus hijos pueden sentirse preocupados por las cosas que ocurren a nivel local, nacional o mundial. Dependiendo de la información a la que tengan acceso y el tipo de familia al que pertenezcan, se harán una imagen del mundo en que viven y que tendrán que enfrentar un día.
Sobrados de motivos, generalmente se sienten desalentados, con emociones intensas y con frecuencia no saben cómo hablar de eso con los padres, que ahora sienten tan lejanos. Debes ayudarles a entender que es bueno que se preocupen, y más aún, que se ocupen de hacer algo bueno por el mundo que heredaron, pero que esto no debe tener como precio su propia felicidad y estabilidad emocional. Padres e hijos pueden realizar juntos actividades que les den la certeza de que hay muchas cosas buenas que pueden hacerse para mejorar la sociedad en que vivimos.
6. Toda etapa es difícil, pero hermosa
Habla con tus hijos sobre las experiencias que tuviste a su edad. Por ejemplo, platiquen de las situaciones difíciles que viviste en la adolescencia y cómo las superaste, o no. De esta manera se sentirán en confianza para contarte sus experiencias. Al mismo tiempo, les ayudas a ver que por muy difícil que les parezca su situación, tú puedes comprenderlos, pues también lo viviste. Ayúdales a vislumbrar que aunque están atravesando por un momento difícil, éste pasará y delante vendrán muchas cosas bellas.
Debes estar atenta a los cambios bruscos y prolongados en la conducta de tus hijos, pues con frecuencia nos indican que están angustiados o expuestos a situaciones de riesgo. Escucha atentamente a tus hijos, incluso aquello que te dicen sin palabras, con actitudes y emociones. Si escuchas con empatía sus preocupaciones y angustias, no solo podrás ayudarles a enfrentarlas, también harás que se sientan amados y reconfortados. Regala a tus hijos la certeza de que todo problema que hayan de enfrentar en la vida, lo enfrentarán juntos, como familia.
Vía Familias.com