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Padre: ¿Publicar lo que uno hace día a día, en redes sociales, es una muestra de poca humildad?

No sé si es muestra de poca humildad. Pero sí podría ser muestra de no tener mucho qué hacer en otras áreas de la vida, o muestra de estar concentrado en solo «hacer» cosas, sin acompañar la acción con alguna reflexión que la oriente (porque la pregunta habla de «lo que uno hace» diariamente). Por otro lado, podría ser muestra de un interés personal de promover alguna idea, obra o proyecto. De cualquier manera, la pregunta es una ocasión para comenzar a hablar de una espiritualidad para internet.

Internet o ciberespacio es parte de la realidad. La distinción entre mundo virtual y real induce al equívoco de creer que cada vez que entramos a internet, estamos saliendo del mundo real. Entrar a internet es algo que se hace dentro del tiempo y del espacio, porque el sujeto que lo hace vive en esas coordenadas. No significa viajar a otra dimensión o al mundo de fantasía, de Michael Ende. El internet es un ambiente, como lo es el cine, la escuela, la biblioteca, el estadio de fútbol… solo que es un ambiente al que puedo entrar a la vez que estamos físicamente en otros.

En este ambiente debemos obrar como  lo haríamos en cualquier otro. 

En este ambiente debemos obrar como lo haríamos en cualquier otro, a partir del pensamiento y la reflexión y, por tanto, con un propósito. El uso de la tecnología smart debe estar guiado, por el mismo hábito de pensar y reflexionar. Obviamente la acción, acompañada del uso de tecnología -en este caso digital- se enriquece cuando ella es consecuencia de la cosmovisión espiritual propia de la Fe; y a su vez, el mundo interior, la personalidad, el carácter y la conciencia se enriquecen gracias a una acción (como por ejemplo el uso de tecnología digital para entrar a internet, sea para ver, conocer o comunicarse) llena de orientación y sentido.

Desde hace algún tiempo, existen aplicaciones como Momento, Museum of me o Social Memories, que ofrecen organizar y presentar la actividad que una persona deja en internet. Estos ámbitos guardan una «memoria» del individuo, hecha de fotos, videos, palabras y sonidos. De esta manera, se consolida una cultura del espectáculo que afirma la autorreferencia como estilo de vida y, obviamente, la banalidad como expresión absoluta de la persona humana.

Lo exhibido en este «museo» individual termina convirtiéndose en una «clave» fantasiosa y fofa de interpretación personal. Tal idolatría caricaturiza la humanidad, haciendo de ella «solo un rostro bonito».

 Entonces, ¿podemos concluir que usar las redes sociales es malo o el precio a pagar por usarlas es muy alto, por el riesgo que se corre?  Claro que no. Cuando el Señor Jesús nos dice que «ha venido para darnos vida y vida en abundancia» nos revela, entre otras cosas, que su presencia es vital en nuestra existencia y actividad. Reconocer y aceptar Su presencia y proximidad genera en nosotros una vida cristiana, por la comunión con Él.

Esta experiencia de encuentro con Nuestro Señor Jesucristo, cuando es real, frecuente e interior, naturalmente se expresará en todos los ámbitos y relaciones cotidianas. Solo así sabremos cómo vivir bien en este tiempo en que el internet llegó para quedarse. Solo sabremos cómo vivir bien, es decir, humanamente, cuando todo lo veamos desde la perspectiva del Señor Jesús. Solo la visión de Él, porque es la visión de Dios, es totalmente real. Así, cada persona podrá ser más libre y buena tomando decisiones correctas, elaborando y ejecutando propósitos humanizadores, a partir de la vida y criterios de acción del Señor Jesús.

 

Por Padre Héctor Velarde
Sodalicio de Vida Cristiana

 

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