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Varios puntos que debes conocer de tus hijos para saber si sus amigos influyen en ellos.  

 

Es deseo de todo padre, que sus hijos construyan amistades que les aporten valores a sus vidas, y no al contrario. Es por eso que la amistad y las relaciones sociales, se convierten en una lección importante en el proceso formativo de los hijos.

Construir amistades verdaderas, sanas y sólidas, es posible mediante una educación adecuada en el hogar. Las siguientes premisas básicas servirán de apoyo a los padres en este propósito.

Que se quieran a sí mismos

Hay que buscar primero que los hijos tengan confianza en ellos mismos, que posean una autoestima sana y positiva, pues son los puntos de partida para establecer relaciones interpersonales con éxito.

Darles la oportunidad de hacer amigos

Los padres deben animar a los hijos a crear lazos de amistad, darles la oportunidad de lograrlo, en especial cuando tienden a ser tímidos o retraídos, aunque tampoco es conveniente forzarlos.

Transmitirles los valores y principios de la amistad

La amistad debe considerarse como un regalo y por eso debe estar basada en unos valores como son: ayuda desinteresada, capacidad de entender al otro, empatía, generosidad, respeto, confianza, sinceridad, lealtad, afecto.

Conocer los amigos de los hijos

Invitarlos a casa o transportarlos a alguna actividad, son formas de estar al tanto de los amigos. Este contacto es vital, pues así los progenitores pueden indagar y conocer a fondo las posibles influencias que se están ejerciendo sobre los hijos. Lo ideal además, es conocer a las familias. No hay que convertirse en íntimos amigos, pero sí tener algún acercamiento para saber si las actitudes y preferencias como padres son compatibles con las propias.

Las amistades son una elección personal

Los amigos son una elección, es decir, cada quien está en libertad de establecer un vínculo con una persona o con otra. En estas decisiones hay mucho en juego, pues una amistad puede llegar a ser tan influyente, que puede determinar el rumbo de una vida. De ahí la importancia de enseñarles a los hijos a formar un criterio propio desde la niñez, el cual cobrará mayor relevancia en la adolescencia.

Enseñarles a establecer un criterio propio

Llega un momento en que los padres no pueden decidir por los hijos, ni actuar por ellos, pues reclaman su independencia y autonomía; será entonces el criterio propio, la mejor herramienta que tendrán los chicos para identificar las amistades que les beneficiarán o les perjudicarán.

“No me gustan los amigos de mi hijo”

Los progenitores están en su deber de informarles a los hijos cuando consideran que una amistad no les es conveniente, pero deben manejar la situación con inteligencia y delicadeza. 

 

Exponemos los siguientes consejos:

– Hay que diferenciar los amigos que no nos gustan por juicios sin información objetiva de los que realmente ejercen una mala influencia. Amistades negativas son aquellas que inducen a un comportamiento inadecuado, manipulan y presionan. Si la educación de nuestro hijo hasta el momento de su adolescencia, ha sido a través de un camino de valores y buenas acciones, tendrá una base sólida, y menos manipulable.

– Cuando los niños son pequeños es más fácil hacer que cambien de amistad. Basta modificar sus hábitos para que entable nuevas relaciones, pero en la adolescencia la situación es diferente.

– No criticar a los amigos, ya que así se refuerza la actitud del hijo, que no dudará en defenderles. Es mejor cuestionar actitudes concretas y no hay que olvidar que es mejor la persuasión que la prohibición.

– También ayuda conocer la relación de amistad. En ocasiones la mala influencia se debe a una falta de confianza en sí mismo. En ese caso en lugar de insistir en que deje a ese amigo, es mejor reforzar su autoestima para evitar que sea fácilmente manejable.

– La comunicación es la base para evitar problemas. En momentos de conflicto, es importante dialogar con ellos sobre situaciones de riesgo, pero evitando sermones. Comunicarse es la mejor forma de que escuchen y sigan nuestras orientaciones.

– La mejor prevención es sin duda una buena relación familiar que favorece que el niño confíe en sus padres y sea menos manipulable por su entorno.

Los padres no pueden desligarse de este tema, deben acompañar a sus hijos en todo el proceso, con amor, autoridad y dedicación, seguramente lo lograrán.

 

Vía: Aleteia

 

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