Déjalo disfrutar cada momento de su infancia y tratemos de no cuestionar sus actos con preguntas como: “¿Sabes que si corres te caes?”
Dentro de nuestra agenda personal, es poco el espacio que separamos para nuestro rol como padres. Existe una costumbre incontrolable de siempre querer tener ocupado el tiempo, como si le temiéramos al aburrimiento. Y eso mismo, le contagiamos a nuestros hijos: estar siempre con la mente ocupada, hasta volverlo un círculo vicioso. Tanto, que en el momento de “divertirse” lo hacen de forma metódica: “Así no se juega”, “Ese juego es tonto”, “ya no quiero jugar contigo”.
Los niños deben ser niños y disfrutar de la vida en cada etapa. El juego infantil sin reglas prefijadas, es maravilloso. A los niños «de ciudad» cada vez les queda menos espacio para deleitarse con el verbo «jugar», sin complementos añadidos por adultos que a veces nos obsesionamos por ocupar cada hueco. Existe inocencia en un grupo de niños que juegan libremente y por fraternidad, cosas que parecen absurdas a nuestra inteligencia, pero que más de una vez ha dejado sin palabras a nuestro corazón.
Entonces, ¿cómo se consigue que los niños no juzguen? Todos juzgamos a cada rato, más aún cuando el juicio nos exonera de responsabilidad respecto a algo que hemos hecho. ¡No lo hagamos más! o por lo menos tratemos de no hacerlo delante de nuestros hijos. Ellos absorben eso y lo aplican en su realidad.
No carguemos sus agendas con ocupaciones de estricta responsabilidad académica. Dejémoslo disfrutar de lo mágico que es ser niño, de los mundos creados y las manchas en la ropa. Y tratemos de no cuestionar sus actos con preguntas tangibles sobre elocuencia: “¿Sabes que si corres te caes?” Si lo hacemos pronto ellos empezarán hacerlo también.
María Solano Alaba, directora de revistas familiares, comenta en su blog, que no es fácil explicarle a un niño el término «no juzgues» porque requiere de la formación con buen criterio. Más bien debemos optar por decirle al niño: «tú, ocúpate de ser bueno, que aquel niño también se está ocupando de ser bueno, al final, serán buenos todos y la pasarán genial». A lo mejor no entienden a la primera, pero se detendrán en un segundo de reflexión y eso les bastará para dejar de juzgar y volver a jugar.
Fuente: Hacer Familia Chile