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Los niños están movidos por una fuerza interior que los lleva a tocar, agarrar, tirar cosas y meterse en líos…

Desde que nació mi sobrina, su pequeña presencia ha sido motivo de una revolución familiar de magnitudes inesperadas. A medida que fue creciendo, las cosas se fueron, digamos, “complicando”. De explorar su cuerpo y descubrir que puede mover manos y cabeza, a explorar la casa, cada uno de los rincones. Parece pasar de cajón en cajón, de enchufe en enchufe, sin que nada se salve de ser explorado por sus manitas.

Los abuelos, fieles a su compromiso por construirle a su nieta un lugar seguro y de salvar los jarrones chinos, decidieron armarle un cuarto especial para ella en casa. Funcionó un tiempo, pero explorar la capacidad de rebote del Ipad pareciera llamarle más la atención.

No creo que Isabella y sus anhelos de examinar e investigar todo sean un caso único, prodigioso o extremo. Mis años con pre-escolares y la práctica de psicología clínica me evidencian que: “los niños así mismo son”. Pero ¿qué puedenhacer los padres?¿Guardar las cosas para que todo esté fuera del alcance de los niños? ¿Aceptar que los niños acabarán con algunos floreros? O ¿tal vez reducir sus expresiones a: “NO, no toques eso” y “manitos atrás”?

niñoEn un primer momento el niño parecía tenerlo todo. Sentía hambre y, sin saber cómo, lloraba, y sin saber cómo tampoco, llegaba comida, abrigo, o lo que sea que necesitaba. El bebé lactante desconoce que las respuestas que da la madre a sus necesidad provienen de todo un proceso.Valdría la pena primero pensar por qué están los niños tan movidos por esta fuerza de descubrir. En ocasiones nos cuesta entender la experiencia vital de los niños, ya que la hemos olvidado. Los psicólogos que estudian el desarrollo infantil hablan de algo llamado “estadios de desarrollo” que son más o menos como momentos en el proceso.

En un segundo momento, a medida que el desarrollo de lo motriz ha avanzado, el niño empieza a darse cuenta que hay “otras cosas”, allí tenemos al bebé que se da cuenta que le están haciendo su biberón, o que sabe que se acerca la hora del baño porque ve que van haciendo los arreglos necesarios. Ya para cuando el niño puede caminar y explorar, pareciera estar en búsqueda de todas aquellas cosas que en un momento se dio cuenta que estaban más allá de la madre y de las cosas que de primera mano podía percibir. Esa experiencia de ir explorando y descubriendo “otras cosas más allá de mi” es motivo de júbilo en los niños. Es la misma experiencia que los hará, cuando grandes, ir descubriendo sus ideales, su creatividad, etc.

Por eso, vale preguntarse: ¿queremos cortar estas experiencias? 

¿Qué hacer entonces? Acompañar a los niños en la experiencia del “no-todo”. “Puedes jugar y conocer, pero no con todo”; “puedes pintar, pero no en todos lados, no en la pared, no en la alfombra”.

Un no absoluto podría poner pausas absolutas a estos procesos. Cuando decimos “acompañar”, queremos decir que los grandes también estamos en la misma lógica, y cuando decimos “en la experiencia”, queremos decir que se trata de algo que se está construyendo en el niño, y por lo tanto, toma su tiempo.

 

Por: Carolina Huerta
Psicóloga Clínica

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