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De tanto vivir la misma experiencia puede que te acostumbres y pierdas la emoción

La fascinación que se siente cuando se emprende una nueva actividad, cuando recién conoces a alguien, cuando acabas de comprarte un juguete nuevo o cuando comienza un noviazgo, por nombrar algunas, probablemente se va desvaneciendo con el pasar del tiempo. Nos acostumbramos, perdemos el encanto y por lo tanto la fascinación.

Es muy probable que muchas veces nos ocurra lo mismo con Dios. Nos acostumbramos a que él forme parte de nuestra vida, nos acostumbramos a que él esté constantemente interviniendo a nuestro favor y dejamos de darnos cuenta que él está ahí con nosotros acompañándonos.

El riesgo es que luego de acostumbrarnos, cuando queremos nuevamente poner nuestra atención en él, ya no lo podamos descubrir, ya no logremos encontrarlo, pues nos hemos acostumbrado y ya no le atribuimos todo lo bueno que nos ocurre a su intervención.

Probablemente a ti, te ha pasado como a mi, que son tantas las pequeñas cosas buenas que me pasan día a día, que muchas veces olvido que Dios está detrás de ellas (ciertamente no es el azar o la buena suerte, sino su bendición y providencia…todo lo bueno viene de Dios).

Te invito a que puedas compartir ¿En qué situaciones de la vida cotidiana crees que Dios ha jugado a tu favor?

Por Sebastián Campos

Vía Catholic Link

 

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