Ocho de cada diez mayores de 65 afirman que les gustaría volver a estudiar, pero pocos lo hacen. ¿Por qué es esto? ¿Qué se puede hacer?
Jubilarse no debería significar que uno ya no tiene otra cosa que hacer más que ver la tele o dar paseos. El fin de la vida laboral puede ser el mejor momento para iniciar o retomar los estudios con el fin de elevar la autoestima, tener expectativas y prevenir el deterioro biológico, mental y físico.
El número de personas que vuelven a la universidad una vez alcanzada la edad de retirarse no deja de crecer, aunque todavía es minoritario. La mayoría cursan estudios no oficiales, pero un tercio de estos estudiantes de más de 65 se matriculan en programas de grado, doctorados y másteres; o sea, en estudios oficiales a los que tuvieron que renunciar durante su juventud y que ahora retoman una vez libres del horario laboral y sin las exigencias de la conciliación familiar.
La esperanza de vida se alarga
Hoy está en los 83 años, pero, además, los 60 actuales son los 40 de nuestros padres; esto es, cuando llega el momento de jubilarse, la mayoría de las personas se encuentran física y mentalmente en forma. Y lo mejor para continuar así es eso que está tan de moda: el envejecimiento activo.
Según una reciente encuesta de www.thyssenkrupp-homesolutions.es, la compañía líder en salvaescaleras para el hogar, entre sus clientes, ocho de cada diez mayores de 65 afirman que les gustaría volver a estudiar, pero solo la mitad de ellos lo intentan y de esos, únicamente un 37% acaban terminando lo que han empezado.
Las universidades españolas ofrecen cursos de todo tipo a mayores. Basta con entrar en el portal de la Asociación Estatal de Programas Universitarios para Personas Mayores (AEPUM) para ver la oferta universitaria ingente dirigida a la gente de edad. Pero, si no se desea volver a la universidad, existe un mundo de posibilidades en ayuntamientos, comunidades, centros culturales, instituciones públicas y privadas que ofrecen cursos variadísimos reglados o no para la formación de mayores.
Ventajas de retomar los estudios
Mostramos todas las ventajas que pueden reportar a nuestra vida el seguir estudiando tras la jubilación:
- Proporciona una gran satisfacción personal.
- Mejora el nivel cultural.
- Amplía los conocimientos a otras ramas del saber.
- Intensifica las competencias.
- Permite una mayor socialización y facilita las relaciones familiares intergeneracionales.
- Demostrar adaptabilidad; es decir, la capacidad de respuesta ante circunstancias inesperadas o adversas.
- Ayuda en la solución de problemas.
- Desarrolla la creatividad.
- Descubre nuevos intereses.
- Incrementa la autoconfianza.
- Evita la depresión.
- Brinda expectativas, objetivos y proyectos.
- Fortalece la autoestima.
- Crea sentido de utilidad.
- Aleja la monotonía.
- Promueve la capacidad de decisión y la autonomía.
- Entrena las capacidades mentales, la memoria, la concentración …
- Previene el deterioro cognitivo.
- Alarga la esperanza de vida.
- Aumenta la calidad de vida.
- Genera optimismo, satisfacción y felicidad.
Motivaciones
Hay jóvenes que estudian por obligación, porque sus compañeros lo hacen, porque no tienen otra alternativa, por la presión de sus padres…, mientras que otros trabajan duro porque les interesan sus estudios y tienen el foco puesto en una profesión futura.
Las personas mayores no tienen una motivación externa para estudiar , como que sus padres les compren algún regalo, conseguir el empleo de su vida, labrarse un futuro mejor, formar una familia o que su empresa les suba el sueldo. Por eso necesitan una motivación interna.
La motivación es mucho más que el deseo de aprender. No basta con matricularse en un centro de formación, sino que es necesario querer esforzarse cada día, incorporar el hábito de estudio y no abandonar el propósito inicial.
Útiles consejos
Compartimos varios consejos que pueden ser muy útiles para alcanzar el éxito en los estudios:
1. Elegir algo que guste
A estas alturas, no se trata de formarse en ingeniería industrial porque tenga mayor salida laboral, sino en estudiar algo deseado, en un campo que apetezca conocer más a fondo, en esa asignatura pendiente con la que siempre se ha soñado. Ya sea un curso de unos meses de fotografía o pintura o un grado de varios años en Filosofía, lo importante es que sea del agrado del estudiante. Además, siempre hay que encontrar algo que guste en lo que no gusta. Todos los estudios tienen asignaturas odiosas, hay que procurar encontrar también el lado positivo en lo negativo.
2. Plantearse metas alcanzables
Si uno se siente fascinado por el funcionamiento de los seres vivos, pero es negado en matemáticas hasta el punto de que no sabe hacer una regla de tres, será mejor que no elija un grado en Biología. Por ello, lo mejor es plantearse metas que sean alcanzables para no desanimarse.
3. Centrarse en el corto plazo
No conviene pensar en graduarse nada más comenzar, sino en hacer el primer curso y luego ya se verá. Contemplar todo lo que queda hasta llegar a la cima es más desmoralizador que alegrarse de la etapa recorrida cada día.
4. No abarcar más de lo que se puede
Es posible que ahora que hay más tiempo libre y cuando las circunstancias lo uno quiera viajar, ver más a los nietos, hacer más ejercicio… o bien que tenga obligaciones domésticas, de cuidado de otras personas, etc. Si el plan de estudios requiere pasar ocho horas al día ocupado, quizá sea mejor replantearse algo menos exigente o tomarse más tiempo para llegar a la meta.
5. Eliminar dificultades
Tener que acudir a un lugar muy alejado, o con un horario que exija madrugar demasiado son inconvenientes que pueden desmotivar al alumno y llevarle a abandonar la idea inicial. Antes de decidirse por algo, hay que evaluar los inconvenientes y barajar las mejores opciones.
6. Recabar el apoyo familiar o de la pareja
Cuando uno o una decide estudiar, debe hablar con los suyos para explicarles que es una decisión importante, meditada y que no le gustaría apearse del tren antes de llegar a su destino. Hay que pedir comprensión, colaboración y respeto.
7. No exigirse más de la cuenta
No es posible competir con estudiantes de 20 años y ni siquiera es deseable compararse con nadie. Conforme avanza la vida, disminuye la capacidad de atención, de concentración, de retención… Se necesita más tiempo y mayor dedicación. Conviene aceptar que no pasa nada por tardar más, sacar una mala nota o repetir curso ; no hay prisa.
8. Relacionarse
Un efecto principal de estudiar es el incremento de la autoestima. Sentirse capaz de superar retos genera satisfacción y, consecuentemente, facilita las relaciones. Contar con una buena red social en calidad y cantidad contribuye al bienestar de las personas ya un mejor envejecimiento físico y mental.
9. Reconocer los problemas y ponerles solución
Una cosa es lo rejuvenecido que se sienta uno al volver a estudiar y otra la realidad. Es posible que haya dificultades de visión o déficits auditivos, una incipiente artrosis que ralentice tomar apuntes… Todo eso hay que contemplarlo y poner solución a medida que aparecen los problemas; no ignorarlos ni disimularlos .
10. Adaptar un espacio en casa
Si el trabajo de cada día va a ser estudiar, conviene adoptar el hábito organizando un lugar adecuado, lejos de distractores como la tele o el teléfono, etc.
11. Que la tecnología no sea un impedimento
Otro factor a favor de seguir formándose es que la brecha digital por razones de edad está disminuyendo rápidamente. Si en 2018 el uso de Internet en personas de 65 a 74 años era de un 40%, el pasado año era ya de un 63%. Y no solo internet, el uso de ordenadores y tablets cada vez está más generalizado por lo que el uso de nuevas tecnologías en los estudios no debería de ser un problema.
12. Asumir que habrá días de bajón
La recompensa será más dulce cuanto más cueste conseguirla, pero tampoco hay que torturarse. Si bien no hay que abandonar a la primera, en los momentos duros conviene reflexionar con realismo sobre los objetivos y el camino para alcanzarlos .
13. Compartir los logros
Conseguir una buena nota, pasar de curso, adquirir una nueva habilidad o destreza son hitos en la formación que deben celebrarse con los compañeros, los amigos, los allegados y con uno mismo.
14. Recompensarse
Los esfuerzos merecen un premio. No hay que olvidar gratificarse después de un trabajo bien hecho. Cada uno sabe qué le gusta: comprarse algo, abrir una botella de vino, preparar una cena especial…
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