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En su homilía el Secretario de Estado Vaticano, Cardenal Tarcisio Bertone, recordó que el Adviento está marcado por la esperanza y la conversión de la mentalidad, para transformar la propia vida y el mundo entero con Dios que nace en Navidad.

En la Eucaristía que presidió este sábado, día final de su visita a Kazakstán, el Cardenal dijo que en el Evangelio de hoy Juan el Bautista hace un especial llamado a la conversión: «quien quiere ser digno del nombre cristiano debe continuamente ‘cambiar de mentalidad’».

«Quien quiere encontrar a Dios, debe continuamente caminar hacia el interior, ir en dirección contraria a la que indica una mentalidad materialista, individualista, hedonista. Y esto vale para todo nuestro modo de concebir la vida», señaló el Cardenal en la Catedral dedicada a San José.

«Cada día, también aquí en Karaganda, nos confrontamos con la realidad concreta que nos circunda. Irrumpe en todas las circunstancias de la vida cotidiana, con una potencia tal que nos tienta a pensar que no hay otra cosa además de esto, pero en realidad: lo invisible es más grande y vale más que todo lo visible«.

«Juan Bautista nos alienta a convertirnos, transformar nuestro modo de pensar para que Dios se haga presente en todos, y por medio de cada uno, en esta tierra y todo el mundo».

Para experimentar esta verdad, prosiguió, «es necesario cambiar de mentalidad, superar la ilusión de que el hombre tiene una sola dimensión horizontal, visible, y hacernos sensible y atentos ante su dimensión vertical, la invisible, considerándola de ese modo más importante que todo lo que aparece tan prepotentemente todos los días».

Finalmente el Secretario de Estado Vaticano afirmó que en Navidad el Señor «viene para salvarnos y, en la medida en la que en la fe abramos nuestros corazones, podremos tener la certeza de ser verdaderamente salvados, de obtener la alegría, la paz y la plenitud del amor y contribuir, con la gracia de Dios, a la transformación positiva del mundo«.

El Cardenal Bertone se refirió luego a la necesidad de testimoniar el patrimonio espiritual católico y precisó que «el respeto de los derechos de cada uno, incluso de convicciones personales distintas, es el presupuesto de toda convivencia auténticamente humana. Busque vivir un profundo espíritu de comunión entre vosotros y con todos, inspirándose en lo que dice los Hechos de los Apóstoles sobre la primera comunidad de creyentes» que se aman y comparten todo.

 Vía: Aciprensa

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