Para combatirlo hay alimentos que no pueden faltar en nuestra dieta diaria.
El estrés tiene una estrecha relación con la nutrición porque afecta de distintas maneras nuestra conducta alimentaria. En algunas personas una situación de estrés lo lleva a una disminución del apetito y en otras por el contrario les provoca más ganas de comer.
Además, cuando el estrés es excesivo y prolongado puede desencadenar ansiedad, problemas cardíacos y depresión. Una de las causas de estos cambios en el comportamiento alimentario se debe a los ritmos de vida acelerados de la actualidad.
A aquellas personas que les aumenta el apetito, lo más común es que el organismo los conduzca a querer consumir alimentos de alto contenido calórico, ricos en azúcar, sal y grasas como por ejemplo las galletas dulces, chocolates en lugar de una fruta. Otro factor es el poco tiempo destinado para comer, esto hace que a veces no realicen alguna de las comidas principales o lo hacen, pero apurados. Recién es en la cena cuando están tranquilos en casa y se come de forma más saludable pero abundante. Esto, por supuesto, no es lo más recomendable porque se sobrecarga al cuerpo justo a la hora de dormir cuando es el momento de descansar.
Los nuevos estilos de vida hacen también disminuir el apetito porque la mayoría de las veces se salta el desayuno (una de las comidas principales del día) o se toma muchas bebidas con cafeína para aguantar más tiempo entre las comidas. Todo esto lleva a que no se cubran los requerimientos nutricionales necesarios.
Ninguno de estos hábitos alimentarios es aconsejable, porque las necesidades energéticas y de nutrientes no se satisfacen de forma adecuada. A veces sucede que esos alimentos procesados con azúcar como los chocolates, helados, galletas son los únicos capaces de producir una sensación de “placer” o aliviar la ansiedad, estrés o depresión. Por el contrario, lo que genera es una reducción de los niveles de azúcar generando ansiedad y dependencia emocional por este tipo de alimentos. Además, luego nos predispone a padecer alguna patología como obesidad, diabetes o enfermedades cardiovasculares.
Alimentos que no pueden faltar en nuestra alimentación diaria
Tomate y garbanzos: tienen un alto contenido en fenilalanina, un aminoácido esencial que el organismo no produce y por lo tanto debemos ingerirlo a través de los alimentos. Es un buen antidepresivo porque ayuda a disminuir la velocidad de descomposición de endorfinas y estimula el sistema nervioso.
Aguacate, verduras de hoja verde y cítricos: son alimentos ricos en vitaminas del complejo B como ácido fólico.
Semillas de sésamo, piñones y carne de cerdo: tienen vitamina B1 que ayuda a regular los estados de irritabilidad.
Frutas y hortalizas: son ricos en antioxidantes por lo que protegen al cerebro de los radicales libres.
El pescado, los moluscos y la carne: contienen vitamina B12 y el pescado es fuente de ácidos grasos omega 3 un nutriente esencial y necesario para un adecuado desarrollo y funcionamiento del sistema nervioso.
Lácteos y carne de pollo: son ricos en triptófano un aminoácido involucrado en la producción de serotonina un neurotransmisor relacionado con el estado de ánimo.
Vegetales de hoja verde oscuro como la espinaca, frutos secos, semillas de calabaza: alimentos fuente de magnesio un nutriente esencial para producir energía y regular el funcionamiento del sistema nervioso.
Por lo tanto, si te encuentras en esta situación, intenta dejar esos alimentos poco saludables para un momento que estés tranquilo y los puedas disfrutar con moderación. Segundo, elije algunos de los alimentos recomendados que te ayudarán a disminuir la ansiedad. Tercero, hazte un tiempo para hacer actividad física que te guste o alguna actividad recreativa que te relaje. Son tres formas simples de ayudar a mejorar tu salud.
Vía: Aleteia.org