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Maltratar a los que deberías amar es la nueva reflexión que nos comparte María Helena Manrique De Lecaro, Directora de Orientar.

Maltratar a quien deberías amar…

Yo no soy violento, pero es que me hacen enojar.

Yo no quiero golpearlos, pero ellos se lo buscan.

Lo hago porque no entienden por las buenas.

Lo hago porque los amo y deben ser fuertes el día que yo falte.

No soy violento, nunca les he pegado, eso sí, se las «canto» clarito.

¿Les suena conocido? Pues esas son las típicas frases de justificación de padres que hacen daño a sus hijos a través de la violencia. Lo más grave de la violencia familiar es que ocurre en el lugar en donde deberíamos estar más seguros.

La violencia ocurre cuando uno de los miembros de la familia abusa de su autoridad, de su fuerza o su poder para someter a los menos fuertes. El maltrato tiene diferentes formas, es un error creer que el maltrato existe solo si hay golpes o agresiones físicas, pues las palabras pueden herir lo mismo o más que el golpe, por eso es muy común la frase “lo que más me dolió fue lo que me dijo”.

El maltrato es una forma de cobardía o de imposibilidad de dialogar, de confrontar decentemente, de tener diferencias, utilizando el amor como un mediador. No hay ninguna justificación para usar el maltrato hacia otro.

Ni la desobediencia de un menor.

Tampoco las malas calificaciones.

Ni siquiera la insolencia que muchas veces usan los adolescentes.

Ni lo que se considera como provocación de tu hijo o de tu pareja.

 

 

Al maltratar a quien deberías amar causas serios daños

La violencia psicológica incluye humillar verbalmente al otro, haciéndolo sentir inferior y menospreciado. Y aunque no incluya el castigo o maltrato físico también es abuso, es maltrato y es violencia.

A veces las expresiones como: “Eres bruto, no sirves para nada, así no vas a llegar a ningún lado, eres un asco de persona”, son expresiones que los padres dicen a sus hijos sin darse cuenta de que los están formando con una autoestima muy baja, con muchas inseguridades, y lo peor es que los hijos terminan por creer lo que tanto le repiten sus padres, que son brutos, malos y no sirven para nada.

Si hay algún familiar que vive contigo y que también te ayuda a educar a tus menores, debes estar atenta a su trato con ellos: ¿Qué les dice y cómo se los dice? Nadie debe golpear, humillar o maltratar a otro, mucho menos a un menor de edad que se está formando en todo sentido. Todos somos iguales y todos merecemos respeto de la misma manera. El hecho de ser padre, madre, abuelo, tío, profesor no nos da el derecho a maltratar a nadie.

Si tú identificas que estás siendo víctima de maltrato físico, psicológico o sexual o que tus hijo estás siendo víctimas también, no lo calles, pide ayuda, no te vuelvas cómplice.

Si tú eres el agresor, busca ayuda psicológica, probablemente hayas sido también una víctima de la violencia y estoy segura de que querrás vivir de una forma distinta.

 

 

Escrito por: María Helena Manrique De Lecaro, Directora de Orientar. IG: @orientar_tuvida

 

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