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¿Sabías que hay varias similitudes entre el amor de Dios y el amor de mamá? Te invitamos a conocerlas y valorar cada una de ellas.

Se viene el día de la madre. Muchos ya están buscando por YouTube alguna receta de pancakes para sorprender a mamá el domingo por la mañana, otros ya saben que el día anterior buscarán las flores más hermosas, y otros están esperando para pedir el Delivery de comida que tanto disfruta mamá.

Obviamente, también es un día para dar gracias por tenerlas cerca. Ya sea en la tierra como en el cielo. Porque una madre, desde donde esté, nunca nos soltará de su mano.

Estoy convencido de que mi mamá fue mi principal evangelizadora, porque con su forma de amarme, me mostró cómo me ama Dios. Por eso hoy les quiero compartir cuatro similitudes que encuentro entre Dios y el amor de mamá.

 

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Siempre apostarán por mí

Ha visto mis malas notas, mis paredes pintadas, mis torpes decisiones en el amor, las imprudencias que hicieron que me robaran el celular, mis derrotas en las olimpiadas de fútbol en el colegio.

Mi rostro después de venir de una entrevista de trabajo sin que me contraten, mis poquitísimas ventas en mi primer emprendimiento, mis tantas compras fallidas de membresías a gimnasios y tantas cosas más.

Pero mamá, sigue en la primera fila de la tribuna de mi vida. Aplaudiéndome sin parar, diciéndome que confía profundamente en mis capacidades y en lo que mi corazón es capaz de lograr.

Ella me invita a mejorar, pero no se queda viendo mi derrota, sino ve en mí toda la fuerza de la vida que me trajo al mundo cuando me abrió la puerta. Y con Dios, pasa exactamente lo mismo.

 

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Me aman incondicionalmente

Pase lo que pase, haga lo que haga, cometa el error que cometa. Tanto mamá como Dios estarán con los brazos abiertos. No hay nada, ni menos alguna lista de requisitos con acciones que yo debería hacer para recibir su amor.

Esté donde esté, me encuentre donde me encuentre, de ambos solo encontraré amor. Es algo que no entiendo, quizá cuando tenga mi primer hijo lo comprenda mejor.

Pero algo debe haber en el corazón de Dios y de mi madre para que solo tengan amor, siempre un amor que busca que crezca, que mejore, que me desarrolle, pero siempre un amor que envuelve, acoge y fortalece.

Están siempre disponibles para mí

¿Cuántas veces hemos estado en situaciones difíciles en las que la primera persona que llamamos es a nuestra mamá? ¡Imposible contarlas!

Y estoy seguro que incontables son también las veces en las que nos sorprendían haciendo mil malabares, en medio de sus obligaciones, para estar a nuestro lado y brindarnos su ayuda.

De igual forma Dios, que es tan creativo, siempre encuentra la manera de hacernos saber que no estamos solos. Sin importar lo difícil que sea la situación o lo grande que sintamos nuestro problema, Dios nos abraza en medio de la dificultad a través de distintas personas y detalles.

Tal vez no entendamos cómo lo hacen, pero qué enorme regalo es saber que siempre están atentos a nosotros.

 

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Me miran con profunda ternura

Muchas cosas que nos hemos preguntado desde pequeños fueron respondidas con una mirada tierna de nuestra mamá. Una caricia, un beso en la frente, un abrazo, una brisa que roza nuestra mejilla.

Ya de grandes seguimos experimentando muchas dudas, momentos de incertidumbre, de no comprender qué sentimos, y preocupación por lo que sucederá más adelante.

Pero en medio de todo, tanto Dios como mamá nos siguen acompañando con esa ternura y confianza que solo aquellos que te conocen y cuidan te pueden dar.

Por todo esto GRACIAS mamá, por todo el amor que me das, y GRACIAS Dios por haberme amado tanto regalándome una mamá.

¿No es el amor de mamá el bálsamo más hermoso que tenemos en la vida? ¡Corre a darle un abrazo!

 

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Escrito por: Fernando Merino, vía Catholic-Link.

 

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